Gafas de cerca

josé Ignacio / Rufino

Conde, ¿recuerdan?

HACER leña del árbol caído es una actitud que consideramos vil, carroñera: machacar de palabra u obra a quien antes de caer en desgracia social por un demérito, fatalidad o delito, nunca nos hubiéramos atrevido a criticar en público, y menos delante del caído. Caminando por la espectacularidad boscosa del norte de España, he asistido a los estragos de quienes han podido aprovechar para hacer leña o pulpa de papel tras los incendios continuos que asolaron muchos montes, mayormente con la criminal intención de sacarle provecho personal al fuego. En las horas de soledad, los pensamientos fluyen y saltan de lo trivial a lo esencial, de lo querido a lo odiado, de lo inmediato y lo pasado a lo por venir. Ha sido así inevitable dedicar neuronas al asunto más morboso de la semana: la nueva detención de Mario Conde. ¿Hacemos leña del árbol caído al indignarnos y poner verde ahora al ex banquero? No.

Mario Conde fue el vívido símbolo de la llamada "cultura del pelotazo", y a punto estuvo de erigirse en prócer político. Fue condenado por vaciar al banco por entonces más señero del país, Banesto. Botín soltó la gran pasta -si no, la hubiera soltado el Estado, ya saben-, se manejó mejor que el Bilbao Vizcaya y encumbró a su propio grupo al quedarse con los restos del naufragio (al Santander y al fisco le debe Conde burradas de pasta, a pesar de lo cual recibe en sus fincas, una en Sevilla; qué habilidad). Aclamado por bello -la guapura estimula la indulgencia de algunos y algunas- y por ser número uno de su oposición a la Abogacía del Estado -como si no hubiera también perturbados o canallas con oposición ganada-, Conde se había aliado con un gran inversor, Abelló, y mediante Antibióticos obtuvo una posición de control en Banesto. Y lo saqueó, porque -como bien sabemos ahora- en esa España se practicaba ya la que sería después Doctrina Zaplana que ha retratado lo que somos: "Yo he venido aquí a forrarme", y si hay que robar, se roba. Vergonzante doctorado Honoris Causa con el gran Villapalos, tenido por "carismático", "hombre hecho a sí mismo" y "creador de riqueza", por modelo de la España moderna que se ventilaba la caspa del hombro de tergal marrón. ¿Se acuerdan? Ahora España y su Hacienda están caninas, se siente el clamor de los contribuyentes que están contra la pared -usted quizá, y yo-, y lo han pillado. Durante este tiempo, tras salir de su primera cárcel, algunos que hacen ahora carne picada del Conde caído se han arrimado a él, le han chupado la espalda baja, lo han llevado a foros y platós. Vergongna!

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