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Confianza

La transparencia es un concepto totalitario que nos arrastra hacia la desconfianza absoluta hacia todo el mundo

Es bueno conocer hasta los hechos más insignificantes de la vida de los demás? Los partidarios de la transparencia parecen creer que sí. Si no lo sabemos todo -dicen-, estaremos a merced de los poderosos que nos engañan. Puede ser, pero yo tengo mis dudas. Es bueno conocer todo lo que pueda servirnos para llevar a cabo una mejor administración del dinero público; pero a partir de ahí ya no todo es positivo. ¿Tenemos derecho a conocer los conflictos familiares, las tragicomedias domésticas, las preferencias sexuales de los demás? Porque a remolque de esta obsesión por vigilarlo y saberlo todo, se está extendiendo la idea de que la intimidad y la vida privada son conceptos caducos que en el fondo sólo sirven para mantener los privilegios de unos pocos. Y lo paradójico del asunto es que esas personas -millonarios, financieros, grandes capos- siguen llevando una vida impenetrable, protegidos por sus hackers y sus sicarios y sus millones, mientras que todos los demás estamos cada vez más expuestos a que se difunda cualquier detalle de nuestra vida privada, ya sea ridículo o vergonzoso o humillante.

Cuando leemos una biografía de alguien que admiramos, lo primero que nos salta a la vista -si la biografía es buena- son los defectos y las mezquindades de esa persona. Y a partir de ese momento, hay una especie de pacto de confianza que se rompe para siempre. Y si eso nos pasa con las personas que admiramos, ¿qué no nos va a ocurrir con las que nos resultan indiferentes o que nos parecen un incordio? Las relaciones humanas sólo pueden desarrollarse de forma satisfactoria si existe un mínimo de confianza entre las personas que conviven, y esa confianza no es posible si antes no existe un profundo respeto mutuo. Por el bien de las partes implicadas, hay secretos, situaciones y hechos que es mejor que no se conozcan. Y no se trata de secretos que oculten delitos ni traiciones, sino de esos ámbitos de la vida en los que cada persona necesita tener un mínimo espacio vital para respirar con libertad.

Si se piensa bien, la transparencia es un concepto totalitario que nos está arrastrando hacia la desconfianza absoluta hacia todo el mundo, desde los políticos hasta los vecinos de piso, desde los profesores que dan clase a nuestros hijos hasta los compañeros de clase de esos mismos hijos. Y eso es un infierno, se mire como se mire.

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