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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Confinados con Pascal, Séneca y Guevara

Reflexiones para tiempos de encierro de tres fieles amigos vivísimos pese a que murieran hace 1.995, 475 y 358 años

Han sido muy citadas, desde que se inició el confinamiento, estas palabras de Pascal: "Toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse tranquilos en una habitación". Sin contexto pueden parecer una invitación a la pereza de mesa camilla. Como no es así les ofrezco su contexto: "Cuando me he puesto a considerar algunas veces las diversas agitaciones de los hombres y los peligros y las penas a que se exponen en la corte y en la guerra, de donde nacen tantas querellas, pasiones, empresas audaces y con frecuencia malas, he descubierto que toda la desgracia de los hombres viene de una sola cosa: el no saber quedarse tranquilos en una habitación. (…) Nada es tan insoportable para el hombre como estar en pleno reposo, sin pasiones, sin quehaceres, sin divertimiento, sin aplicación. Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío".

¿Pesimismo cristiano del gran científico y filósofo que tan próximo estuvo del severo jansenismo? No. Hace 2000 años escribía el pagano Séneca: "Tan pronto como se concluye un viaje se emprende el siguiente, y los espectáculos se suceden unos a otros de modo que, como dice Lucrecio, cada uno huye siempre de sí mismo. Pero ¿de qué sirve huir cuando no se puede escapar?".

Si quieren españolizarlo pongan la aldea del Menosprecio de corte y alabanza de aldea de nuestro Antonio de Guevara en lugar de la habitación de Pascal: "Es privilegio de aldea que para todas las cosas haya en ella tiempo cuando el tiempo es bien repartido; y parece ser esto verdad en que hay tiempo para leer en un libro, para rezar en unas horas, para oír misa en la iglesia, para ir a visitar los enfermos, para irse a caza a los campos, para holgarse con los amigos, para pasearse por las eras, para ir a ver el ganado, para comer si quisieren temprano, para jugar un rato al triunfo, para dormir la siesta y aun para jugar a la ballesta. No gozan de este privilegio los que en las cortes andan y en los grandes pueblos viven, porque allí lo más del tiempo se les pasa en visitar, en pleitear, en negociar, en trampear y aun a las veces en suspirar".

Son reflexiones para tiempos de encierro y distancias, de "desescaladas" y repuntes, de tres fieles amigos vivísimos pese a que murieran hace 1.995, 475 y 358 años. Vivísimos siempre que no los arrojen de los planos/planes de estudio y se lean, claro.

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