Fiel reflejo de la sociedad que hemos creado entre unos y otros, unos más que otros, es el clima que se respira en la Carrera de San Jerónimo. Hasta los leones de la portada parecen tener caras de estupefacción por vivir lo que viven. El ambiente en el hemiciclo es similar al que se vive en el autobús o en la cola de la verdulería, como una prolongación de esas sentinas en que se han convertido las otrora autopistas de la información. Las redes sociales, la calle y el Congreso son tal para cual y ese mal estilo imperante ya resulta apoteósico en la cámara que debería representarnos. Parece que en ella, en vez de los padres de la Patria que salieron de las urnas se concentra lo peor de cada casa y ya hasta salió a relucir el malhadado nombre de Largo Caballero como figura que ha renacido. Y lo peor de todo no es la diatriba, sino el insulto y ese mal tan extendido de la mala educación.
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