EN plena crisis económica nos enteramos de que dos entidades privadas, pues no otra cosa son las sociedades anónimas deportivas que respondel al nombre de Sevilla F. C. y Real Betis Balompié, se permiten de nuevo el lujo de incumplir sus deberes tributarios para con el Ayuntamiento y de acumular una deuda cercana a 1,5 millones de euros cada una de ellas. Decimos de nuevo porque en 2005 asistimos a la sonrojante condonación a ambas sociedades anónimas deportivas de otra deuda anterior que ascendía a casi un millón de euros. El Consistorio, para justificar el trato de favor a ambas entidades, se inventó lo que denominamos prestación fiscal sustitutoria, esto es, la exención del pago de los tributos pendientes a cambio de la disputa de un partido de fútbol. Salvando las distancias, ello equivaldría a que a cada sevillano le permitieran pagar el sello del coche, el IBI o la basura no con dinero contante y sonante, sino realizando una labor cualquiera a beneficio del Consistorio y que se valotrara por una cuantía similar a la de su deuda fiscal: barrer su calle en lugar de que lo hagan los operarios de Lipasam, prestar libros en una biblioteca pública en lugar de la bibliotecaria o regar las plantas en el parque de María Luisa en vez de los jardineros. Pero, a lo que se ve, sólo el Sevilla F. C. y el Real Betis son acreedores de este privilegio fiscal a la carta por parte de nuestro Ayuntamiento. No contenta la Corporación municipal con aquella dispensa fiscal camuflada, en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana aprobó recalificaciones, cuando no la entrega pura y dura de suelo público, a las dos sociedades anónimas deportivas de la ciudad para que, mediante la colmatación urbanística del suelo en el que se asientan y/o de su entorno, puedan obtener unos beneficios mínimos estimados por el propio Consistorio en 30 millones de euros. Creíamos que tras esta magnificencia municipal, y aunque sólo fuera por vergüenza torera, las dos sociedades anónimas deportivas que presumen de pasear el nombre de la ciudad se preocuparían al menos de estar el día en el pago de los mismos tributos a que han de hacer frente 700.000 sevillanos. Pero no. Como se sienten con patente de corso fiscal, ni pagan el IBI ni la basura, por más que en sus balances apunten los ingresos de sus traspasos multimillonarios. Y, para colmo, el Ayuntamiento, en vez de usar los instrumentos que le da la ley, tratando de alcanzar un acuerdo a ver si se dignan pagar. ¿ Negocia acaso la Hacienda municipal con el sevillano que no puede llegar a final de mes?

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