COPA habemus y bien oportunamente llega, mayormente para ese Real Betis Balompié que vive impulsado por una legión de fieles que ya no sabe de quién es, si suyo o del contrario. Llega la Copa y así como para el Sevilla arriba como un trámite fácil de solventar, para el Betis llega con caracteres bálsamicos porque hay que ver lo que este desquiciado Betis necesita un triunfo que le haga reconciliarse con las ganas de vivir.

Hasta gente no habitual en este laberinto verde, blanco y verde se ha puesto en la trinchera melística para ir de francotiradores contra esa fácil diana que representa el actual mandarinato. Y en un día triste para el fútbol sevillano por la confirmación de la condena a un gran presidente que, no se olvide, delinquió fuera del fútbol se continúa con la numantina defensa del gran Pepe Mel, el entrenador que fue destituido como tantos y tantos colegas suyos, por no ganar.

Este mediodía juega el Betis Copa del Rey en Lérida y necesita como el comer un buen resultado para convertir en trámite la vuelta y, sobre todo, para paliar los efectos del tsunami generado con el cese de Mel. El día de autos me recordó el ambiente a lo que rodeó la llegada de Serra la primera vez que vino al Betis. Guardando las distancias, fue muy similar el panorama que se encontró el balear por venir a suplir a Kresic, pero a base de ganar y ganar aquello fue diluyéndose.

Y un avispero es el que se ha encontrado Juan Carlos Garrido, que es, nuevamente pido que no se olvide, el hombre llamado a sacar al Betis del atolladero que supone ser líder en solitario de la tabla, pero al revés. En este mediodía junto al Segre tiene la primera cita para la intentona de desatascar al Betis y buenísimo sería que el equipo diese la de cal a fin de que el estado de ánimo cambie. Bienvenida, por tanto, la Copa si con ella se cambia el paso y el Betis se hace más Betis.