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La ciudad y los días

Carlos Colón

Cosas de la Feria

AL ser la mayoría de las casetas privadas, es aconsejable venir a la Feria con los sevillanos, que nos acompañarán en su ruta habitual por casetas de conocidos y amigos" se dice, con razón, en la página web Sevillaclick. La Feria, en parte por ser una celebración de la amistad, es una fiesta que exige tener amigos en el caso de que se sea de fuera o se carezca de caseta, ya sea estrictamente particular o de asociaciones profesionales y regionales, casinos, hermandades, peñas o partidos; y, por ser una suma de casas de mentirijilla en una artificial ciudad de lona, exige esa forma de casa que en ella se llama caseta.

Sumándose a las casetas colectivas, que no es lo mismo que públicas, las de los distritos han venido a dar satisfacción parcial a estas dos necesidades. Para su traslado, postergado a 2012, se ha anunciado que se abrirán 300 nuevas casetas públicas. Hasta se barajó la posibilidad de autorizar casetas de dos plantas, pero se desechó por no cuadrar en la fisonomía tradicional de la Feria (recuerdo, cuando iba a ella hace tantos años que en la Caseta de la Prensa se bailaban las sevillanas que tocaba el maestro Realito al piano, la caseta con dos plantas de la Renfe). Pero multiplicar las casetas públicas también podría alterar la fisonomía y, más importante aún, la forma de uso de la Feria; sin que el sacrificio garantice la respuesta adecuada a la enorme demanda generada, no sólo por una ciudad que desde el traslado de la Feria a Los Remedios tiene unos 200.000 habitantes más, sino por un turismo creciente.

Nunca podrá la Feria, por lo tanto, ofertar viviendas de lona o plazas de caseta suficientes. Nunca, por ello, dejará de oírse esa anacrónica monserga de que se trata de una fiesta clasista, cerrada, elitista y de señoritos. Al igual que hay quien intenta alentar una especie de lucha de clases en la Semana Santa (sillitas portátiles contra carrera oficial, cofradías de barrio contra las de centro, "kostalerría musikagrupakorrea" contra mesura, etc.), hay quien se entretiene en soplar sobre las brasas de los tópicos clasistas de la Feria, hace tiempo superados por los cambios políticos y sociales. El traslado anunciado para 2012 podría ser la ocasión de multiplicar, no sólo el número de casetas públicas, sino sobre todo el de las asociativas. La Feria, si no se altera su estructura de castro romano y la fisonomía y uso de las casetas, puede multiplicar su superficie sin graves pérdidas. Lo ideal, en esto como en todo, es igualar por arriba en vez de por abajo; es decir, que lo mejor esté al alcance del mayor número posible de ciudadanos.

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