La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Cotorricidio necesario

Los graciosos que soltaron las cotorras son los culpables de que haya que pagar para que las liquiden a tiro limpio

Son los hijos de (piiii) que soltaron a las hijas de (piiii) de las cotorras argentinas o de Kramer los responsables de la invasión que pone en peligro a las otras aves, los árboles, la salud, la tranquilidad de los vecinos y los cantos de los pájaros autóctonos que tan hermosos hacen los amaneceres y atardeceres. Plazas de Sevilla hay, como la de San Lorenzo, que parecen tropicales por culpa de estos puñeteros bichos soltados por sus puñeteros dueños.

Lo de las mascotas, como ahora se llama a tener un pájaro, un perro, un gato u otro bicho más exótico -hasta serpientes-, está muy bien. Acompañan, hacen gracietas, cantan, provocan esos monólogos que suelen decírseles con la misma voz de pito e idéntica exageración blandengue con que se habla a los bebés y en el caso de los canes fomentan además la elasticidad de los cívicos ciudadanos que hacen flexiones y ejercicios de cintura para recoger sus caquitas (otra cosa son los guarros que dejan el regalito a la espera del pie inadvertido). Pero una cosa es el amor a los animales, la necesidad de compañía y -por supuesto- la condena sin paliativos de las malas bestias que los maltratan, y otra muy distinta el culto a la mascota que Javier Marías llamó "perrolatría" en un artículo que debió costarle algún que otro insulto; porque los perrólatras y otros exagerados defensores de los animalitos de compañía no admiten con buen talante las discrepancias de opinión.

Los graciosos que soltaron las cotorras son los responsables de que los ayuntamientos tengan que gastarse ahora los cuartos para quitarlas de en medio a tiro limpio. Un millar tienen que cargarse antes de noviembre con escopetas de aire comprimido con trípode y mira telescópica. Por mí que contraten a Chacal (mejor en la elegante versión de Edward Fox que en la más hortera de Bruce Willis), al francotirador de Clint Eastwood o a cualquier otro killer de puntería infalible para que nos libre cuanto antes de estos ruidosos pajarracos. Y que se extremen los controles sobre las tiendas de animales y los propietarios de mascotas que se desentienden de sus bichos y los abandonan. Es una crueldad hacia los animales no odiosos -cada verano se suceden los abandonos de perros y repugna el maltrato de los galgos- además de una agresión cuando los liberados son animales odiosos por su naturaleza invasora, ruidosa, sucia e insalubre, caso de las p... cotorras.

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