CURIOSAMENTE, los que denostaban a la Federación Española de Fútbol por no haber echado a Luis Aragonés tras el Mundial de Alemania son los mismos que ahora cargan contra el órgano federativo por todo lo contrario, por permitir que el seleccionador nacional se vaya. O sea, que para esta gente siempre será culpable Ángel Villar de cuanto ocurra en nuestro fútbol. Llueva, ventee o se gane la Eurocopa, Villar es el maligno que todo lo hace mal, incluso que le insistiese a Luis Aragonés para que terminara aquel proyecto que el de Hortaleza desatascó mediante la sublime decisión de dejar a Raúl sin camiseta de España.

Y yendo al caso del seleccionador nacional, creo que lo ideal para él es esto que va a hacer, irse. Irse en el momento oportuno, aunque sea con los renglones torcidos de ahora, es lo mejor que puede pasarle a uno. Es como la muerte del héroe joven, pero en vida, disfrutándolo uno mismo, recibiendo el reconocimiento de todos como está y continuará recibiéndolo Luis. Irse en estas circunstancias es formidable y, además, sin dar un portazo y dando la sensación de que se va porque no quieren que siga. Y ahí el problema, pues la Española se hubiese dado con un canto en los dientes por la continuidad de Luis, aunque hubiese tenido que decirle a Del Bosque que esperase.

No es justo, sin embargo, que se le eche toda la culpa a la Española por la marcha del seleccionador que hizo el milagro que ha realizado Luis. Si hace cuatro meses le costó Dios y ayuda llegar al autocar ante la hostilidad de los malagueños, ¿cómo no iba la Española a buscarle recambio? Y si hasta el último día se le cuestionaba la ausencia de Raúl, ¿cómo pensar que la continuidad tenía sentido? Las cosas son como son, han salido de esta manera y sólo cabe desearle suerte al madrileño en su estancia junto al Bósforo y, por supuesto, una suerte infinita a Vicente del Bosque para que no joda el juguete y hasta pueda superar el listón que tan alto ha colocado su antecesor.