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La tribuna

Manuel Clavero Arévalo

¿Cuántas crisis?

Estamos ante una crisis económica global que no a todos afecta de la misma manera. La otra mañana y en muy poco tiempo tuve ocasión de comprobarlo. Fui primero a una reunión en un banco, en la que se discutió de las causas de las crisis, de la coincidencia temporal de tres crisis la financiera, la del petróleo y la inmobiliaria. Se habló de que las medidas adoptadas por los Estados Unidos, por Europa y por los diferentes Estados europeos tardarían tiempo en producir efecto y que no serían suficientes para acabar con la crisis. Varios de los asistentes indicaron que cada uno había perdido millones de euros porque con el desplome de la bolsa, sus acciones se habían depreciado. Se dijo que la causa de la crisis no estaba en el sistema de libre mercado, sino en el mal funcionamiento de las leyes que lo regulan, provocado por la avaricia de muchos.

La segunda visita fue a una fábrica y observé que en la puerta había una concentración de trabajadores que protestaban porque la empresa, ante las pérdidas que tenía, había presentado un expediente de regulación de empleo en el que muchos trabajadores perdían su puesto. El empresario me dijo que su industria suministraba bienes a las empresas inmobiliarias y cuando éstas no construían viviendas no tenía más remedio que presentar un expediente de regulación de empleo, con lo que intentaban evitar un expediente concursal de insolvencia, con el deseo de pagar a sus acreedores. Otros muchos negocios han bajado las ventas espectacularmente.

Un familiar mío que acude a ayudar en los comedores benéficos me comenta que ha crecido extraordinariamente el número de los que asisten y que también ha crecido el número de andaluces en relación con el de inmigrantes, y leo en ABC, unas declaraciones de Auxiliadora González, secretaria general de Cáritas de Andalucía, en las que dice que las demandas de ayuda a Cáritas han aumentado en un 40%, con una tendencia a crecer y que está cambiando el perfil de las peticiones, ya que son muchos los que no pueden pagar la hipoteca con riesgo de perder la casa, que no pueden venderla porque no hay compradores.

En el libro Contra el letargo andaluz, de Alejandro Rojas Marcos, publicado en el año 2004, ya se comentaba cómo la pobreza en Andalucía era más severa que en el resto de España al decir que uno de cada tres andaluces vive por debajo del umbral de la pobreza, cuando en España es uno de cada siete y en la Unión Europea uno de cada once. A eso habría que añadir que el paro es porcentualmente mayor en Andalucía que en el resto de España, por lo que no es de extrañar que en los últimos datos ofrecidos sobre la evolución del paro el aumento de éste en Andalucía es superior al habido en España, lo que es también consecuencia de que el sector de la construcción sea porcentualmente más importante que en España, ya que en España en el año 2007 era del 12,2% y en Andalucía del 14,7%.

Viene todo esto a cuento para demostrar que la crisis que padecemos producirá más daño en Andalucía, sobre todo a sus clases más débiles económicamente, ya que hay más paro y su economía depende en un alto porcentaje de la construcción, en crisis también.

Pero en el mundo existe otra crisis permanente que humanamente es mucho más grave. Me refiero a la falta de agua en ciertas regiones, al hambre, a las personas mayores y niños que mueren diariamente por falta de alimentos, a la malaria, al sida sin medicamentos para combatirlos. En un muy reciente artículo publicado en este periódico, Mariló Montero, que conoce bien Africa, nos contaba cómo muchas madres de tribus africanas y asiáticas tienen que optar por darle el poco alimento que entra en la casa al hijo que más posibilidades tiene de sobrevivir; los otros pequeños, las niñas o los más débiles se quedan sin comer abandonados a su suerte.

Sería deseable que tan pronto termine la reunión convocada en los EEUU, el 15 de noviembre, para refundar el capitalismo y para adoptar medidas para superar la crisis financiera que nos azota, se convocara otra con el mismo nivel para que se debatiera la crisis permanente en la que vive el mundo de la pobreza y de la miseria y se adoptaran compromisos para combatirla y para hacerla desaparecer.

Si ello se logra sería magnífico, pero no basta, cada persona debe plantearse lo que puede hacer y para mí son fundamentales dos colaboraciones, la del empleo del tiempo libre en ayudar a las tareas de entidades dedicadas a los países pobres y, cuando se tenga dinero, darlo a Cáritas y demás organizaciones que han acreditado su eficacia en ayudar a los países del tercer mundo.

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