COMO el que no quiere la cosa, así a bote pronto amanece martes, que suele ocurrir una vez a la semana, y 13, que pasa en muy contadas ocasiones pero que cada vez que pasa no hay otra salida que tocarse la ropa y correr el menor número de riesgos posible. Con la crujía que estamos soportando, el almanaque nos regala una sobredosis de presunta guasa uniendo el martes con el guarismo fatídico, con ese que pone de los nervios al supersticioso y en guardia al que no cree en gafes. Resulta que el gafe, como las brujas para los celtas, haberlos haylos y así nos disponemos a afrontar el diíta con toda dignidad y con más arrojo que un legionario hasta las cejas de grifa. ¿Y qué hacer para contrarrestar el gafe? Pues si no hay más remedio que salir de casa tiremos de manual para evitar situaciones de riesgo y recemos para quedar, al menos, como se estaba.
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