hoja de ruta

Ignacio Martínez

Cultura en plena crisis

EN Londres hay colas para ver los retratos de Leonardo da Vinci. Unas sesenta pinturas y dibujos del maestro y sus colaboradores más cercanos en la National Gallery han desatado el entusiasmo de los aficionados que colapsaron las taquillas de venta anticipada. Se considera una de las mejores exposiciones de todos los tiempos, por lo difícil que ha sido reunir cuadros prestados por museos de todo el mundo, incluidos el Vaticano, el Louvre y el Hermitage. Pero más allá de su calidad artística del mítico artista renacentista, llama la atención el fenómeno social que supone esta muestra, abierta el miércoles.

Un día antes, en Madrid, el Museo del Prado inauguró una limitada y excitante selección de piezas del Hermitage de San Petesburgo. Las mismas colas, horas o días de espera para poder ver obras clásicas de Caravaggio, Rubens, Velázquez, El Greco, o modernas de Picasso, Monet, Renoir, Cézanne, Kandinsky, Zuloaga. O joyas y artesanía chinas o uzbecas del tesoro de los zares.

En plena crisis hay un auge de visitas a los museos. En Andalucía, también. No es mal síntoma. Algunos expertos matizan el asunto. Gran parte de este apogeo es debido al aumento del turismo este año. Hay museos como el Picasso de Málaga en el que más de dos tercios de los visitantes son extranjeros. Los cruceristas son asiduos del Picasso, que en los últimos tiempos ha intensificado y diversificado su oferta, con interesantes exposiciones temporales, como la actual de Giacometti. El año pasado tuvo 350.000 visitas.

Otros grandes museos andaluces tienen más repartido el origen de sus espectadores. La Alhambra, el monumento más visitado de España, por encima de El Prado, supera los tres millones; la cordobesa Medina Azahara, con 200.000, y el Museo de Bellas Artes de Sevilla, con 300.000, cumplen la regla de los tres tercios: uno andaluz, otro del resto de España y el tercero, internacional. En las instituciones dependientes de la Junta es gratis entrar, aunque la Alhambra y el Picasso son de pago. Bien podría arbitrarse un sistema de entrada gratuita para los parados. Reforzaría el concepto público de la cultura, que no es patrimonio de una clase media o alta. Y a todos aprovecha.

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