Trescientos cincuenta años de vida dan para mucho y bien que se le nota la solera a ese santuario del bebercio y del comercio que es El Rinconcillo. Me lo recordaba Paco Robles en la convivencia organizada por los hermanos Rueda a fin de dar a conocer y resaltar la efeméride. Me apuntaba el colega que cuando se abrió El Rinconcillo una cantidad enorme de la Sevilla monumental no existía y me ponía como ejemplo el Parque entre innumerables sitios emblemáticos de la ciudad. El Rinconcillo es el pavía de bacalao, las espinacas con garbanzos, el bacalao con tomate, la tortilla excelsa de jamón y el recuerdo de Antonio Rodríguez Buzón escribiendo versos en servilletas de papel entre el universo de las tres P, que eran los periodistas, las putas y los policías que mantenían la llama del lugar hasta bien provecta la madrugada. Y así trescientos cincuenta años, casi nada.