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Visto y Oído

francisco / andrés / gallardo

Cutrerío

TIENE unos informativos depauperados y devaluados, en caída y sin crédito en la opinión pública por la sustitución de profesionales que no eran los adecuados. Ni María Casado mejoró a Ana Pastor (nunca hubo tanto deporte en la franja de Los desayunos), ni Marta Jaumandreu superó a una mejorable Pepa Bueno. Y lo de Ana Ibáñez en La noche en 24 horas por Xabier Fortes rondaba el dislate, como la complacencia que se gasta Jenaro Castro en un emblema venido muy a menos como Informe Semanal. Con la radio pública, muchísimo más de lo mismo.

Ha debido de cesar al director financiero que le negociaba los derrochadores derechos deportivos. Ha tirado por la borda el prime time, trufado ahora de insulsos programas con el corsé del patrocinio que a veces es puro encubrimiento comercial del contenido (¿a qué vienen tantos programas de empresas, fábricas y emprendedores?), abuso de patrocinios que también han intoxicado a la parrilla de La 2. Programó de forma equivocada un estratégico serial, Gran Reserva: el origen, que en otras manos habría rendido mucho mejor, y la parrilla de la tarde ha ido de equivocación en equivocación, de despilfarro a cutrerío, de Ana García Lozano a Anne Igartiburu, y tiro porque me Letris. En las mañanas, ídem. De cheques pagados a Hollywood no se puede vivir. Y ahora contrata un programa plagiado de la cadena de un director general dimisionario, incluyendo a la presentadora. El mayor desatino de caradura contemplado en una parrilla pública. A costa de esta Andalucía donde, desgraciadamente, todo vale.

El presidente de RTVE, Leopoldo González-Echenique, no va a dimitir por este cúmulo de despropósitos en un año porque en este país no dimite nadie. Se lo ha ganado a pulso, pero su amiga Soraya le protege. Vale, nos resignamos. Pero el PP, ahora que sabe que el modelo económico no lo va a tumbar Bruselas, podría plantearse en serio qué va hacer con Prado del Rey, haya o no haya Juegos Olímpicos, y exigir que RTVE no nos dé vergüenza.

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