La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

#DaleLaEspalda

La pelea por la exclusiva con los jóvenes de 'la Manada' es un puro mercadeo con cifras obscenas y consecuencias vergonzosas

Anne Igartiburu no puede dar dos pasos seguidos sin que la paren y torpedeen con la cámara del móvil. Su marido, el director de orquesta Pablo Heras-Casado, se acaba de estrenar al frente del Festival de Música y Danza de Granada, pero es la periodista vasca la que atrae todas las miradas. Impresionante su paciencia y sincera su imborrable sonrisa. Es el precio de salir en un medio como la televisión que todavía planta cara a los influencers de las redes sociales y que, por supuesto, vende mucho más que un auditorio y un teatro.

La televisión, generalista o a la carta, sigue siendo el gran escaparate del periodismo. Y de lo que no lo es. Los principios éticos se vuelven peligrosamente maleables cuando entra en juego la tiranía de las audiencias y se diluyen las líneas rojas de hasta dónde llegar por una historia. La cobertura informativa de un caso tan sensible como el de los violadores de la Manada ha vuelto a saltar todas las alarmas. Este fin de semana tuvimos un aperitivo cuando los compañeros paracaidistas de una cadena nacional se saltaron el pacto del resto de periodistas para no acosar al padre del Prenda-muy mayor y en silla de ruedas- y lo veremos en los próximos días cuando conozcamos el desenlace de la guerra abierta entre las privadas para lograr las primeras entrevistas con los agresores.

La pelea por la exclusiva es un puro mercadeo con cifras obscenas y con consecuencias vergonzosas: en un encuentro pagado y amable con los agresores, la víctima terminará convertida en culpable y los culpables en víctimas. Eso no es periodismo; es espectáculo. Falta formación en perspectiva de género en la judicatura pero también en los medios. No podemos justificar al agresor ni caer en la trampa de la condescendencia. No podemos darles un altavoz si el mensaje que queremos transmitir es que no hay impunidad frente al maltrato y la violencia contra las mujeres. Y no olvidemos que no es ninguna opción; es nuestra obligación como garantes del derecho a la información, forjadores de la opinión pública y vigilantes de nuestro sistema democrático y de valores.

La ola de indignación que desató la condena a 9 años de prisión por abusos -y no por agresión sexual- continúa ahora con su polémica puesta en libertad y ya se ha situado en la base del creciente movimiento impulsado por mujeres periodistas para intentar sensibilizar a los medios y boicotear cualquier programa que les dé cobertura. #DaleLaEspalda, #NoEsUnCirco, #NoCompresManada. Es la fuerza de la calle y funciona. La entrevista a la madre del Cuco terminó enterrando La Noria: un bloguero dio la alerta y los anunciantes huyeron…

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