David Chipperfiled

Si van a Berlín, les ruego que no dejen de visitar el Neus Museum, un bello regalo para todos

Aunque su nombre tiene resonancias de personaje de Dickens, es un extraordinario arquitecto londinense que ha sido distinguido este año con el Premio Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura, que viene a reconocer una trayectoria muy notable de equilibrio y respeto a la herencia arquitectónica recibida junto con los diseños más avanzados, en un ejercicio de sensibilidad. El jurado del premio, que señala las tendencias dominantes en el viejo oficio de construir, ha mostrado en los últimos años las mejores soluciones de mejoras en las viviendas, como en la obra del chileno Alejandro Aravena o de los franceses Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal y la convivencia entre lo local y lo universal con énfasis en la artesanía, de los últimos premiados españoles, tras Rafael Moneo, los arquitectos gerundenses Rafael Aranda, Carmen Piguem y Ramón Villalta.

David Chipperfield tiene encargos por todo el mundo y oficinas en Londres, Berlín, Milán y Shanghái y a pesar de lo que este volumen de trabajo pudiera suponer, sus obras reflejan el amor al detalle y los materiales como en la obra más artesanal. Creo que ha sido distinguido por poner de manifiesto que la historia de los lugares y de los edificios forma parte del material que hay que incluir en los proyectos actuales. Dos claros ejemplos, son la intervención en el Paseo del Óvalo en Teruel (2001-2003) y la rehabilitación del Neues Museum de Berlín (2009), ambos ganadores de sendos concursos. La obra de Teruel, en el fondo era instalar unos ascensores para salvar la considerable altura, 17 metros, entre el casco histórico de Teruel y la ciudad nueva donde se encuentra la estación de ferrocarril. La dificultad consistía en respetar la historia del desnivel, su muro de contención y la monumental escalera neomudéjar de 1920. El resultado es una nueva puerta a la ciudad que, sin estridencias, pero con claridad y brillantez, resuelve el problema y facilita la vida de los turolenses.

Ahora que tanto viajamos y que Berlín es una de las ciudades más atractivas para pasar un fin de semana, les ruego que, si van, no dejen de visitar el Neues Museum. La singularidad de este edificio es que, con la destrucción de gran parte de la ciudad en la Segunda Guerra Mundial y su posterior reedificación, el museo ha estado cincuenta años tal como quedó tras los bombardeos, como parte de la historia cotidiana de los berlineses, como mudo testigo de lo que fue el Gran Berlín y de los destrozos de una guerra y el asalto final. Ese era el material de trabajo del arquitecto y el resultado es una obra maestra, de cómo instalar en un edificio monumental en ruinas un museo funcional, que exhibe piezas de gran nivel como el busto de Nefertiti, y que al tiempo se pueda leer en sus paredes la historia que ha vivido, la grandeza arquitectónica del pasado junto a las manchas de hollín de los incendios y la nueva arquitectura que le da sentido a todo el conjunto. Un bello regalo para los berlineses y para todos nosotros.

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