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Debate sobre el estado de la Nación... en el Senado

La Cámara alta acogerá el martes el primer cara a cara a fondo entre Sánchez y Núñez Feijóo, encuentro solicitado por el popular y rechazado al principio por el Gobierno

Debate sobre el estado de la Nación... en el Senado

Debate sobre el estado de la Nación... en el Senado / Daniel Pérez (Efe)

EL Senado se abre a la gran política. El próximo martes albergará un debate de envergadura, el primer cara a cara a fondo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.

Nada que ver con la confrontación de hace unas semanas en la sesión de control al Gobierno, perfectamente minutada y que no permitía por tanto la mayoría de las cuestiones más candentes. En esta ocasión el Senado acogerá un Debate sobre el estado de la Nación, aunque no será llamado así porque los alberga el Congreso.

Fue Feijóo quien pidió el debate y el Gobierno no lo aceptó. Después, con el visto bueno de Moncloa, que comprendió que negarse favorecía al líder de la oposición, la presidencia de la Cámara alta puso en marcha el proceso. El modelo sería el de los debates sobre el estado de la Nación, pero con tiempo más limitado para los portavoces de los grupos de la oposición. Feijóo sólo dispondrá de 15 minutos en su intervención inicial, la mitad que en el Congreso.

El presidente del PP se puso a la tarea nada más conocer que Pedro Sánchez aceptaba el reto. Se ha reunido con la dirección del grupo parlamentario del Senado y, el pasado lunes, gran parte de la reunión de la ejecutiva nacional se dedicó a analizar cómo plantear el debate.

Sabe Feijóo que el presidente del Gobierno va a intentar circunscribirse a la crisis energética para impedir así que se toquen asuntos poco gratos como el alza de la inflación, entre las más altas de Europa; las tensiones internas del Gobierno y las discrepancias que existen entre los propios ministros socialistas; las consecuencias que ha tenido para la política gasística el cambio de posición respecto al Sahara, el indulto de Griñán, el acercamiento masivo de presos etarras al País Vasco y Navarra o la falta de unas medidas rigurosas para afrontar la dureza del invierno que se avecina, con millones de familias españolas imposibilitadas de asumir la carestía de la vida actual.

Pedro Sánchez, por su parte, que no pierde su actitud habitual de considerarse un dirigente invencible por cualquier tipo de adversario, insistirá, como hace desde que Feijóo le está ganando terreno en las encuestas, en que el presidente del PP carece de sentido de Estado, que bloquea sistemáticamente la renovación del Consejo General del Poder Judicial y la elección de los nuevos miembros del Tribunal Constitucional, que no conoce a fondo la política internacional, sobre todo la europea; que se ha instalado en el catastrofismo y que no cuenta con un proyecto sólido de Gobierno para afrontar una crisis como la que estamos viviendo. Parte Sánchez con una ventaja importante: cuenta con tiempo ilimitado tanto para su intervención inicial como para hacer uso de la palabra en cualquier momento del debate.

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El presidente está preparando el debate del martes con su equipo de Presidencia, fundamentalmente con los responsables de su Gabinete, Óscar López y Antonio Hernando. Con el ministro Bolaños, hombre para todo, y negociador de todo y con todos, como elemento fundamental para que le ofrezca información en cualquier momento de la sesión, previsiblemente cuando se entre -porque se entrará- en la situación del CGPJ y del TC. También le ha pedido a las vicepresidentas Calviño y Ribera datos muy concretos sobre la crisis energéticas y sus consecuencias económicas. Busca que Feijóo no sea capaz de rebatir o cuestionar las cifras con las que están trabajando ya los directores generales para enviarlas a Presidencia.

Feijóo, más allá de las reuniones que ha mantenido con la dirección del partido, trabajará especialmente con Juan Bravo para poner al día todos las cuestiones relacionadas con la economía, inflación, coste de la vida y crisis energética; con Esteban González Pons las relacionadas con la Unión Europea y sus decisiones más recientes; y con Cuca Gamarra, secretaria general y portavoz en el Congreso, el miembro de la dirección nacional con más experiencia parlamentaria.

Por encima de esos nombres, dos son las personas con las que el presidente del PP prepara con mayor intensidad el debate: su jefa de Gabinete, Marta Varela, y su directora de Comunicación, Mar Sánchez. Trabajan con Feijóo desde hace muchos años, las dos han dejado Galicia para instalarse en Génova, son con toda seguridad las dos personas del partido en las que más confía su presidente, le conocen como nadie y en el caso de Varela sabe trasladar a los discursos de Feijóo exactamente lo que quiere transmitir, y cómo hacerlo para que llegue a cualquier ciudadano que quiera saber qué piensa el nuevo líder de la oposición.

El morbo está servido

Sánchez es consciente de que Feijóo va a tratar de ponerlo contra las cuerdas sacando los asuntos más polémicos, entre los que se encuentran la elección de sus socios de Gobierno y las exigencias que no ha dudado en asumir, estrategia que el presidente va a tratar de obviar no respondiendo a algunas de las acusaciones, o recurriendo a la acusación como fórmula de defensa. Feijóo, por su parte, sabe que Sánchez intentará descalificarle como posible jefe de Gobierno recordando algunas las decisiones que tomó cuando era presidente de la Xunta y sus no deseadas consecuencias, como sabe que también intentará sacar todo el protagonismo posible al debate haciendo anuncios que lleven a segundo plano cualquier consideración, crítica o acusación que haga el presidente del PP.

Feijóo está preparado para escuchar que el Gobierno de Sánchez hará más rebajas fiscales pensando en el bienestar de "la clase media trabajadora", término que se ha distribuido en el argumentario socialista para que lo utilicen ministros, dirigentes y periodistas afines; también han barajado en Génova la posibilidad de que Sánchez anuncie una visita a Argelia con la que eche abajo las críticas por su cambio de posición respecto al Sahara, lo que ha provocado la retirada del embajador argelino y la inseguridad respecto a que el presidente Tebboune mantenga los precios y la cantidad de gas que recoge el contrato firmado.

Sánchez mencionó ese posible viaje en la rueda de prensa conjunta que dio hace unos días con el canciller Scholz, pero al día siguiente el Gobierno argelino advirtió que el presidente no sería bien recibido mientras no retomara su antigua postura respecto al Sahara.

El debate del próximo martes centra la atención de la política española porque se trata de la primera confrontación parlamentaria en profundidad entre Sánchez y Feijóo, y porque se celebra en un momento especialmente duro en lo económico, porque en las últimas semana se ha vivido una insólita estrategia del insulto en la práctica totalidad del Gobierno, que algunos analistas han visto como una pobre reacción a las encuestas que anunciaban unánimemente que Sánchez tenía muy difícil la reelección. Y centra también la atención porque es de dominio público que Sánchez es un hombre que ha sabido remontar las situaciones más difíciles, las imposibles.

¿Podrá hacerlo frente a Núñez Feijóo? El morbo está servido.

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