Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Debate faltón

La baja calidad de los debates en el Parlamento es consecuencia de la baja calidad de la política

Como prólogo al cambio de Gobierno que realizó el jueves por la noche, Susana Díaz compareció la víspera en el Parlamento en una sesión sobre la situación de la comunidad autónoma que suponía, de hecho, la plasmación de su vuelta efectiva y con dedicación total a la política andaluza tras la frustrada aventura en su partido. Más por obligación profesional que por ningún tipo de devoción personal me tocó tragarme las cinco horas que duró el debate con sus réplicas, sus dúplicas y toda la parafernalia propia de estos casos. A pesar de que tengo bastantes trienios en esto de seguir de cerca la política, sus dimes y sus diretes, supongo que ese día me cogió con las defensas bajas y me volví a sorprender del tono faltón, antipático, carente de argumentos y en algunos momentos casi insultante del debate. Me temo que el pasado miércoles no pasó nada extraordinario en el Hospital de las Cinco Llagas y que ésa es la tónica habitual. Lo que pasa es que ya, como no te fijes mucho, no llama la atención. No pretendo ni mucho menos que una sesión parlamentaria en la que se deben confrontar posturas, con la dureza que corresponda, sean unos juegos florales, pero por lo menos un mínimo de respeto a los ciudadanos y una discusión seria sobre las propuestas que se hayan puesto encima de la mesa, en este caso las hubo, sí sería deseable. Cuando la oposición se dedica intervención tras intervención a meter el dedo en la llaga del fracaso de las primarias y al final aquello resulta un pim, pam, pum incomprensible es que algo se está haciendo mal. Porque, además, se ha perdido hace mucho esa mala leche inteligente que utilizaba un Alfonso Guerra en los inicios de la democracia y que hacía que aquello lo siguiera la gente con expectación.

La baja calidad del Parlamento es una consecuencia clara de la baja calidad de la política, que está en el origen de muchos de los problemas del país, desde la sombra permanente de la corrupción hasta la paralización administrativa que hace que muchos proyectos estén bloqueados. Tenemos mala política porque tenemos malos políticos y en la calidad de los debate quedan perfectamente retratados. Uno no puede por menos que pensar que cada cuatro años enviamos a nuestros diputados a la Cámara con un sueldo más que decente y bastantes privilegios, entre los que se incluye un fuero especial en el caso de que sean imputados por algún delito. Lo que se recibe a cambio es lo que se vio el miércoles en el Parlamento andaluz. Para estar a la altura y debatir hay que trabajar previamente, y eso es lo que falla. Lo fácil es sacar la navaja y alzar la voz.

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