PÁGINAS y páginas en sentido unilateral para defender la continuidad en el banquillo del Castilla de Zinedine Zidane. Incomprensiblemente se intenta regatear la legalidad vigente en beneficio de un gran ídolo que lo fue todo de corto. Creo que el amistosamente llamado Zizou tiene mucho que seguir dándole al fútbol, pero también creo que el hecho de haber sido grande como futbolista no debe ser salvoconducto para el banquillo.

Y no debe ser salvoconducto por el mero hecho de que la ley no lo contempla. O se cambia la ley y en adelante puede entrenar todo el que haya sido futbolista o Zidane ha de recorrer el mismo camino de cuantos hoy pueden ejercer de entrenador. Y se apela a que hubo otros que sí se vieron beneficiados de sus antecedentes de corto para ocupar un banquillo. Y se recuerda cómo Johan Cruyff entrenó al Barça aun teniendo menos papeles que los que tiene una liebre.

Con Cruyff se formó una rebullasca tremenda entre los entrenadores, que veían al holandés como a un intruso en la profesión. A él se lo permitieron mediante la estratagema de figurar como director técnico y no como entrenador. Fue un regate a la Ley hasta que se hizo con la documentación adecuada para, en adelante, demostrar que la historia del fútbol recoge muy pocos casos, poquísimos, de entrenador al que el fútbol tenga tanto que agradecerle.

Está también la experiencia de que no han sido muchas las grandes figuras que repitieron en el banquillo lo que lograron de corto. También la de grandes triunfadores que no salieron en las estampitas, pero todo ello es pura anécdota. Aquí lo que debe imperar, como en todos los órdenes de la vida, es que se respete la legalidad y que Zidane entrene cuando reúna los requisitos adecuados. Todo lo demás es atropellar la razón y encabronar a los entrenadores, parados sobre todo.