Como Diógenes por Atenas con su candil a cuestas a la búsqueda de un hombre en el más amplio sentido de la palabra, así se halla el bético de bien, ese bético que sólo pretende que su equipo gane más que pierda, a ver si encuentra a quien garantice el éxito desde el sillón de don Benito. Se trata de dar con la tecla para que el club con la mayor masa social Despeñaperros abajo se mueva por esos campos con la categoría que se le presume.

Y como los que culpan a la dupla Haro&Catalán de todos los males que ocupan el espacio verde, blanco y verde están logrando una atmósfera irrespirable, pues ábrase un debate con tal de encontrar a ese o a esos hombres. Por cierto, hágase el favor de no dar nombres que inviten a la risa floja, pues de esos anda bien servida la centenaria vida del club de las trece barras con corona. Nombres que muevan a la hilaridad, no, por favor, por lo que más quieran.

En mi modesta opinión han de ser hombres que mantengan el estatus que ahora tiene el club para añadirle un sentido de la competitividad que ahora tanto se echa de menos. Los dos personajes que manejan la barca está claro que lo hacen todo bien en la moqueta y todo, o casi todo, mal en la yerba. Y para que eso ocurra han de no caer en la tentación de echar cuenta a los francotiradores, que para eso está la lección de no haber dotado a Setién del amparo que necesitó.

Antier noche, la sensación del equipo fue la de un cadáver que a saber cómo dedicó el tiempo de confinamiento. Como en el derbi, el Betis se vio incapaz ante un Granada que es lo que es y sólo se maquilló la noche mediante un final surrealista. Más culpa que a Rubi le echan a los que están en la cúpula y puede que haya quien tenga cierta razón y que la susodicha dupla no sea inocente de este caos, pero, por favor, no hagan tierra quemada, den nombres y que éstos no den risa.