LAS EMPINADAS CUESTAS

Amparo Rubiales

Desarrollo y desigualdad de género

SE acaba de hacer público el Índice de Desarrollo humano 2011, elaborado por el programa de Naciones Unidad (PNUD), denominado Sostenibilidad y equidad: un futuro mejor para todos, que ha pasado desapercibido en medio de tanta crisis europea, incrementada por la frustrante reunión del G20 y el seísmo provocado por los problemas de Grecia, Italia y, en definitiva, de Europa. En España han sido las cifras de ese paro que no cesa y las elecciones generales, con sus encuestas, mítines y debates, lo que nos impide conocer otras cosas que ocurren fuera.

En el citado estudio, que mide algo más que el desarrollo económico ("la verdadera riqueza de la nación está en su gente", dice), se analizan y clasifican 187 países y territorios, resultando ser Noruega, un año más, el país que ocupa el primer lugar, seguido por Australia y Países Bajos; el Congo, por el contrario, es el último, precedido por Níger y Burundi. En este programa se mide la salud, la educación y la riqueza de cada país. España ocupa el puesto 23, dentro de los países considerados con desarrollo humano alto. También se mide la desigualdad de género, pues se estima que las desventajas que enfrentan mujeres y niñas son una fuente de desigualdad en salud, educación y mercado laboral. Los países mejor valorados tienen menor desigualdad y al contrario; la mayor paridad se da en los países nórdicos y la menor en los árabes. Es el segundo año en el que se mide la desigualdad de género, que causa una perdida promedio del 23% en el valor desarrollo humano.

No parece casual, por otra parte, que el secretario general de los laboristas noruegos, partido que gobierna este país, haya afirmado que "el éxito de Noruega no ha estado ni en el petróleo, ni en el gas ni en la pesca, sino en el trabajo de las mujeres". El 75% de éstas forman parte de su población activa y han hecho posible el crecimiento económico y permitido mantener el Estado del bienestar sin que sufra ni uno ni otro.

¿Cuándo aprenderemos en Europa -Noruega no está en la UE ni en el euro- que "la obsesión por la deuda está matando la economía y que si no hay crecimiento no se pagará la deuda", como dice Felipe González? ¿Cuándo nos convenceremos de que contar con las mujeres es necesario no sólo por razones de justicia sino también de eficiencia económica? La certeza de que en la sociedad del conocimiento es un despilfarro no contar con la capacidad de las mujeres para garantizar la competitividad y el desarrollo económico del país es imprescindible, y no sólo el que vayan en las listas electorales, que también. Somos la mitad de la humanidad.

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