CUENTA la leyenda que cuando murió Edison - el gran inventor que logró el filamento que se volvía incandescente sin fundirse dentro de la bombilla- , Nueva York intentó sumarse al homenaje póstumo que se le quiso tributar en varias urbes de EEUU apagando todas las luces durante al menos un minuto, pero que desistió de hacerlo porque el alumbrado, por seguridad y otras razones, se había vuelto imprescindible. A la postre fue el mejor reconocimiento que pudo hacérsele a Edison: la comprobación empírica de la inmensa importancia de su descubrimiento. La prueba puede hacerla cualquiera de nosotros: basta con intentar pasar sin iluminación artificial una hora, seis, doce... Pues así, sin luz por falta de fluido eléctrico, se han llevado durante meses los cocheros en las nuevas instalaciones de Torrecuéllar a las que se mudaron con la aquiescencia municipal. Sin luz en las cocheras y sin luz en la carretera de la esclusa, por donde deben transitar tras cada ocaso hacia las cuadras de sus caballos. Como desde el Ayuntamiento no se atendía a esta demanda básica, empezaron a manifestarse desde la Palmera a la Puerta de Jerez, hasta que a principios de diciembre desde el Consistorio les prometieron que tendrían luz en 48 horas. No la tuvieron ni en 48, ni en 72, ni en 100. Pasadas 700 horas y sintiéndose engañados, acabaron convirtiendo el andén municipal en una cuadra donde pastaron y defecaron los caballos para bochorno de toda Sevilla, ya que el fin jamás puede justificar los medios. Sólo tras esta protesta maximalista que tuvo reflejo en todos los telediarios reaccionó el Ayuntamiento, que antes de las 15.00 de ayer proporcionó luz a las cocheras mediante un generador. Cabe preguntarse por qué no lo hizo antes si se comprometió a ello en diciembre y por qué sólo responde cuando media la presión social, como ocurrió anteriormente con los pasos de cebra del Arenal: sólo los pintó tras una protesta vecinal al cabo de 8 meses de espera. Monteseirín prometió que tras las grandes obras del mandato anterior había llegado el momento de ocuparse de las pequeñas cosas de la ciudad, pero de momento la micropolítica municipal está tan a oscuras como las cocheras de Torrecuéllar o el solsticio de invierno.

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