La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Después de la acogida

No se trata sólo de abrir las puertas, sino de garantizar los derechos y la dignidad de quienes entren por ellas

Escribía aquí hace poco que la tragedia de la inmigración exige antes que nada dos cosas: que toda Europa actúe coordinadamente en los países de origen y asuma la responsabilidad, no sólo de la acogida de los inmigrantes, sino de su integración no traumática para ellos y para las sociedades que los acogen. De lo contrario los populismos xenófobos engordarán a la vez que los inmigrantes estarán condenados, como ya sucede, a la marginalidad y la más inhumana explotación.

Reciente está la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid contra cuatro nigerianos por captar a mujeres compatriotas suyas, trasladarlas a España y otros países europeos con documentación falsa y obligarlas a prostituirse. El testimonio de las víctimas es demoledor. Una joven fue forzada a ejercer la prostitución en un polígono de Villaverde (Madrid) para pagar una "deuda" de 50.000 euros bajo amenazas físicas y psíquicas que incluían el vudú. De Madrid la llevaron a Noruega para seguir explotándola y de allí a París, donde finalmente logró huir a Bélgica. Dos menores de edad fueron sometidas a un juramento vudú y trasladadas a España para ejercer la prostitución callejera en Bilbao y en un club de Almería. No son casos aislados. El 92% de las prostitutas de España son extranjeras en manos de la trata de blancas. En el caso andaluz -según la Asociación de Mujeres Progresistas de Andalucía- la cifra asciende al 98 %.

No se trata sólo de abrir las puertas, sino de garantizar los derechos y la dignidad de quienes entren por ellas. Por un lado África no cabe en Europa, por otro es imposible frenar la avalancha de los desesperados que prefieren correr el riesgo de ahogarse con sus hijos a soportar las guerras y penosas condiciones de vida en sus países de origen, y por otro más la inmigración descontrolada está reventando las costuras de Europa desde la actual crisis en el Gobierno de Merkel hasta el eje germano-italo-austríaco contra la inmigración clandestina, el Brexit o el ascenso de los populismos.

Se preguntaba el laborista Glyn Ford, presidente de la comisión de investigación del Parlamento Europeo sobre el aumento del racismo y la extrema derecha: "¿Qué pueden hacer los partidos democráticos para empezar a devolver los extremistas a los márgenes de la escena política, que es el lugar que les corresponde?". Gestionar con realismo e inteligencia solidaria esta avalancha de desesperación.

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