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Destruyendo la confianza

Si la recuperación de la seguridad de nuestros prestamistas, inversores e importadores internacionales es un requisito previo para superar la gran recesión, esta última semana se han dado pasos en la dirección opuesta

EN mi último artículo titulado Luz en el horizonte afirmaba que los mercados estaban recuperando la confianza en España y que la definitiva superación de la gran recesión estaba en función de la credibilidad coherencia y voluntad política de nuestro Gobierno para continuar con decisión en la senda de las reformas estructurales, con integridad política y transparencia. El vendaval que se ha desatado en torno a los supuestos actos de corrupción del PP ha estallado en el momento más inoportuno y puede llegar a oscurecer totalmente la luz que empezábamos a vislumbrar en el horizonte del año 2014. Los inversores internacionales empiezan a dudar de que un Gobierno y un partido tocado por la sospecha de la corrupción pueda tener la fortaleza y credibilidad suficientes para convencer a ciudadanos y empresarios de que tienen que asumir los sacrificios que sin duda implicarán la ejecución de las necesarias reformas pendientes.

El soporte de la confianza

En tan solo una semana habíamos pasado del optimismo moderado a la euforia expansiva. La bolsa anunciaba con fuerza el final de la gran recesión para el 2014. Estábamos recuperando la confianza de los mercados por cuatro razones:

La primera era que, aunque lentamente, España estaba reduciendo su deuda privada y pública. La segunda es que se estaban acometiendo, con decisión aunque con retraso, las reformas estructurales, siendo las más valoradas la reforma laboral y la financiera. La tercera es que la moderación salarial estaba reduciendo los costes laborales unitarios y como consecuencia mejorando la productividad y competitividad. La cuarta era que el riesgo de implosión del euro se había desvanecido tras el anuncio de apoyo del BCE a la deuda pública periférica, la creación del MEDE y la aprobación del Supervisor Bancario Único.

Como consecuencia de todo ello el clima de confianza se estaba restaurando y se ha había iniciado una espiral de contagio positivo, que duraría mientras la voluntad política de nuestros gobernantes nacionales y europeos perseverase en la consolidación fiscal y en las reformas, así como en los avances en la integración monetaria y fiscal europeas.

Señales en los mercados

Esto es así por que el desendeudamiento de España y la recuperación de la competitividad, unidos a la voluntad política y perseverancia en las reformas, emiten señales a los mercados que actúan como palancas de la confianza. Entre ellas podemos citar el aumento de la competitividad, que está mejorando el saldo de la balanza comercial española, que por primera vez en las últimas décadas, alcanza un saldo positivo, si excluimos el déficit energético. Desde el inicio de la crisis en 2007, España es de los pocos países que mejoran su cuota de exportaciones a la Eurozona y que menos deteriora su cuota internacional. En el plano financiero, los mercados se han empezado a abrir para nuestros bancos y empresas, que han captado más de 15.000 millones en el mes de enero. Como consecuencia, las tensiones de liquidez empiezan a mitigarse y los bancos españoles reducen su dependencia del BCE, habiendo iniciado la devolución de los préstamos a largo plazo de los meses de diciembre del 2010 y febrero del 2012. Las fugas de capitales al norte de Europa han desaparecido, y los inversores extranjeros demandan con avidez tanto las emisiones corporativas como las públicas. El sector público ha colocado en el mes de enero, con sobredemanda, cerca de 30.000 millones de euros a distintos plazos, el 60% entre no residentes. Gran parte de las empresas del Íbex están aprovechando esta ventana de liquidez.

Las nuevas necesidades de financiación externa de nuestra economía se están reduciendo aceleradamente: la balanza en cuenta corriente ha mejorado desde el -10% de PIB en 2007, hasta su equilibrio en 2012. A partir de 2013 la deuda externa española empezará a reducirse. Como consecuencia, la prima de riesgo de la deuda pública y privada se ha reducido drásticamente.

El contexto internacional

Las previsiones del FMI de crecimiento mundial en 2013 son moderadamente optimistas. Según el FMI el PIB mundial crecerá al 3,5% en 2013, frente al 3,2% del 2011. Un crecimiento a múltiples velocidades. La economía mundial va a estar impulsada por los países emergentes y en desarrollo que crecerán a un ritmo del 5'5%: China e India al 8,2% y 5,9% respectivamente, América Latina al 3,6%, Oriente Próximo y Norte de África al 3,4%, Rusia al 3,7%, Europa central y oriental al 2,4%, África subsahariana al 5,8% y Japón al 1,5%.

En este escenario mundial, la reciente diversificación de las exportaciones españolas hacia los países emergentes y en vías de desarrollo apoyará la continuidad de la mejora de la balanza comercial española. Por el contrario la Zona Euro continuará en ligera recesión hasta finales del 2013 (-0,2% del PIB), con un ligero crecimiento en Alemania (0,6%) y Francia (0,3%) y con recesión en Italia (-1%) y España (-1,5%). La mejora de las condiciones financieras y las reformas no se reflejarán en la economía real hasta el año 2014, con un año de retraso en el caso de Italia y España y el resto de los países periféricos, exceptuando Irlanda.

Los riesgos latentes

No obstante la superación definitiva de la gran recesión, todavía no está totalmente conseguida y no se debe caer en la autocomplacencia. Los países occidentales y especialmente Europa deben de perseverar en la consolidación fiscal y el las reformas estructurales. La superación de la crisis exige, la cooperación de todos los países a nivel internacional. A diferencia de otras crisis, ningún país por sí solo, ni siquiera EEUU, tiene potencia de arrastre para sacar al mundo de la Gran Recesión. La definitiva superación del precipicio fiscal por parte de EEUU, las elecciones de Alemania e Italia, la permanencia de Grecia en Europa, los avances en la integración monetaria fiscal y europea, el éxito de las políticas monetarias y fiscales expansivas que eviten una nueva recaída de Japón en la deflación, la reactivación de la economía China y la reforma de su modelo productivo hacia el mercado doméstico y el precio de las materias primas y los alimentos, son riesgos latentes a vigilar que podrían dar al traste con la recuperación.

Destruyendo la confianza

Un horizonte esperanzador que en la última semana se está nublando por los supuestos casos de corrupción del partido en el Gobierno, de algunos gobiernos Autonómicos y de la oposición. Si la recuperación de la confianza de nuestros prestamistas, inversores e importadores internacionales es un requisito previo para superar la gran recesión, hoy, día dos de febrero, se está resquebrajando. La prensa internacional se ha hecho eco de los casos de corrupción y España vuelve a percibirse como no fiable política e institucionalmente. Esta semana las bolsas y la prima de riesgo se han dado la vuelta. Es posible que otros factores como el fin del veto a las posiciones cortas en la bolsa y la caída de los resultados del Santander, sean parte de la explicación. Pero es evidente que los grandes inversores internacionales han hecho una pausa a la espera de que se aclaren los hechos y responsabilidades del caso Bárcenas. Reformas tan importantes como la Ley del Mercado Único, la Ley de Emprendedores, la Ley de la Energía o la de la Administración Central, Autonómica o Local exigirán una total credibilidad y fortaleza del gobierno para su implantación. La pregunta que se hacen los mercados es si el Gobierno estará en condiciones para poder abordarlas.

No se puede perder ni un solo minuto más. El Gobierno del PP debe actuar urgentemente con la máxima transparencia y responsabilidad, despejando las dudas de corrupción que se ciernen sobre su pasado, aunque sea a costa de una catarsis en el partido y en el gobierno. Está en juego el futuro de los españoles. Nunca fue tan necesario un pacto nacional de reforma de las Instituciones que garanticen la transparencia y honestidad de la función pública. Quizás esta sea la gran reforma que precisa España. Reinventarla y renovarla desde sus raíces institucionales.

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