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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Día de la Constitución asediada

¿Se creía Guerra que por enfrentarse a Franco cuando vivía no le iban a llamar fascista?

Día de la Constitución asediada

Día de la Constitución asediada

Nunca se ha celebrado el día de la Constitución con más enemigos suyos sentados en el hemiciclo. Alfonso Guerra, entrevistado por Herrera, ha afirmado que es "escalofriante" que "un 35% de la Cámara no acate la Constitución". Y tanto que lo es. Guerra también lamentó que "los dirigentes moderados no estén mirando a los moderados, sino a los extremos" porque "el PP mima a Vox y el PSOE a populistas e independentistas". Una semana antes había dicho que "los partidos democráticos se dividen entre los que miman a los radicales de izquierdas y otros a los de derechas", y que ve el pacto entre el PSOE y Unidas Podemos como "un suicidio colectivo". Por ello sugirió -sabiendo de la inutilidad de sus palabras- que "los partidos democráticos tengan como prioridad hablar entre ellos antes que con los que no respetan el Estado de Derecho o no se sienten vinculados a él".

Todo para nada. Los socio-sanchistas -camisas nuevas del socialismo- consideran a Guerra una momia que debería callarse, el abuelo de los Simpson en versión política. Desde la vieja guardia reciclada al sanchismo lo comparan a Ortega Smith y dicen que es una vergüenza que siga en el PSOE. ¿Acaso se creía Guerra que por discrepar con la actual dirección de su partido se iba a librar de que lo tacharan de fascista? ¿Que por enfrentarse a Franco cuando este vivía, no cuando es una momia, se iba a librar? ¿Que las piedras tiradas al escaparate de su librería Antonio Machado, allá por los 70, se iban a poner en el lado democrático de la balanza? No. Critica el sanchismo, el pacto con Unidas Podemos y los cabildeos con ERC, luego es un fascista. Y se acabó. Ferraz dicta quien es hereje por muchos e históricos avales que tenga.

De Guerra a Ábalos: ¡cuanta distancia! Ha logrado deprimir a la Esfinge proponiendo un acertijo que ni Edipo sería capaz de resolver: ha definido el golpismo catalán como "conflicto político" que debe encontrar "cauces de expresión" para que "nadie tenga que recurrir a situarse fuera del ordenamiento jurídico". La gracia del acertijo, además de convertir la "crisis de convivencia" de la que Sánchez habló en la campaña -al parecer mintiendo, como suele- en "conflicto político", reside en adivinar cómo se puede contentar a ERC sin atacar a la Constitución y cuales sean esos "cauces de expresión" que permitirán vulnerar la ley sin salirse del ordenamiento jurídico. Feliz día de la asediada Constitución.

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