TRAS la calma, tempestad habemus, léase subidón inmisericorde de los mercurios para recibir agosto a portagayola. Todo fue recuperar el levante la hegemonía en el Estrecho y ya estamos todos bajo la dictadura del hitachi, dictadura balsámica por cierto. Agosto como Dios manda, agosto con tós sus avíos para que nos vayamos enterando de lo que vale un peine y para que la canícula oficial no nos coja con la guardia baja. Hoy es, por si fuera poco, uno de esos días en que el síndrome posvacacional se presenta más implacable aun coincidente con el subidón que experimenta esa mayoría que sigue creyendo en agosto como mes ideal para el asueto. Y todo con enormes caravanas en esos peajes de autopista que, para que no falte de nada en esta crujía, también se han encarecido. Día de migraciones, gente que va con la sonrisa de oreja a oreja y otra que vuelve a sabiendas de que la realidad más cruda le espera.
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