La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Días negros para el periodismo

Anteayer y ayer fueron tal vez días negros para la percepción ciudadana de la Justicia, pero sobre todo para el periodismo

Entre las filtraciones que incomprensiblemente convierten los juzgados en un coladero, algunas sentencias difícilmente comprensibles hasta para los expertos, las movilizaciones instantáneas a través de las redes y la irresponsabilidad de muchos medios -sobre todo televisivos- que combinan con soltura la lucha capitalista por las audiencias (la información como espectáculo: ¿qué pintan enjambres de cámaras en el barrio sevillano de la Manada?) y la propaganda de agitación (la información como agitprop radical feminista), prosigue y aumenta la emotivización irracional de los más graves asuntos. Anteayer y ayer fueron tal vez días negros para la percepción ciudadana de la Justicia, pero sobre todo para el periodismo.

Lo sensato y lo insensato, lo verdadero y lo falso, la información y la propaganda, las opiniones reflexionadas e informadas y las explosiones de ira con espíritu de linchamiento recorrieron las calles y los platós en los que los comunicadores actuaban como maestros de pista de circo. La voz de los juristas que intervenían en los programas quedaba ahogada por la desinformación y la irracionalidad, aunque su opinión fuera crítica para con la sentencia. Había pasado la hora de la razón.

Son comprensibles la alarma social y la indignación. Pero se puede y debe discrepar y protestar con racionalidad y argumentos, no con simplificaciones, mentiras o exageraciones que pretenden que en nuestro país las mujeres están desprotegidas a causa de una justicia heteropatriarcal y que las agresiones sexuales salen gratis o con proclamas como la de Irene Montero: "no vamos a consentir una justicia machista". "No me gusta el auto -ha dicho en El País la catedrática de Derecho Penal Mercedes García-, pero me gustan mucho menos las interpretaciones que se están haciendo en las que se dice que hay impunidad para los violadores". Otra cosa es que se hagan las reformas necesarias del Código Penal, aunque esperemos que el Gobierno las acometa con menos inexactitudes y mayor respeto a la separación de poderes que los demostrados ayer por su portavoz.

Por último no deja de sorprender que quienes incluso insultan a los partidarios de la prisión permanente revisable, exigen su supresión y claman contra el carácter punitivo de las penas a favor del exclusivamente rehabilitador, de pronto se conviertan en partidarios de su endurecimiento y de la ejemplaridad punitiva.

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