TENGO que reconocer que me costó digerir el nombramiento de Raf Simons, actual director artístico de Dior. Tras el torbellino que era el gibraltareño John Galliano, con su torrente creativo y su teatralidad, éste parecía que se iba a pasar de minimalismo en sus creaciones, y de sosez en su carácter. Solo hay que sentarse delante de la pantalla durante la hora y media que dura Dior and I para desmontar esa actitud. El documental que narra la llegada del belga a esta casa icónica, y en concreto su primer encargo, preparar el desfile (y por supuesto la colección) de Alta Costura en un tiempo record, es una verdadera maravilla.

Una documental más que recomendable, no solo para amantes de la moda que se emocionarán con los detalles de las prendas y la puesta en escena del desfile, sino también para quienes no lo son, pues sirve para desmontar tres falsos mitos bastante asimilados en el imaginario colectivo.

Para empezar, que el director creativo de una marca es el mandamás. De hecho, es más bien todo lo contrario. Las que manejan el cotarro son las premiers, jefas del equipo de 'agujas' de la casa. Señoras que podrían ser mi madre, o la tuya.

En segundo lugar, que la Alta Costura no da dinero. Muchos consideran estos desfiles una mera herramienta de marketing para generar imagen, y que las piezas realmente no se venden mucho. Pues bien, una de las premiers viaja ida y vuelta Paris-Nueva York a hacerle unos arreglos a una cliente que se gasta… 350.000 euros al año en Alta Costura de Dior. Ahí es nada.

Por último, que los diseñadores son un saco lleno de ego. En el caso de Raf Simons (y en el de muchos otros), esa actitud altiva responde a una tremenda timidez.

Alterna episodios de líder con momentos de tremenda inseguridad, para lo que necesita a su mano derecha siempre cerca. Un compañero que podría ser su conciencia, y que seguro que en más de una ocasión le ha dicho: "No, Dior no es un mito".