Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Disculpen las molestias

HAY cuerpos profesionales, como los controladores aéreos o los pilotos de Iberia, sobre los que la democracia ha pasado sin romperlos ni mancharlos. Tienen sueldos estratosféricos, pero se les olvida que son un servicio público; ejercen un escaso sentido de la responsabilidad. Ayer la Unión Sindical de Controladores Aéreos, que agrupa a más del 95% de los 2.450 profesionales españoles, negó que tenga un conflicto con Aena y achacó las cancelaciones y retrasos en los vuelos desde el inicio del año a "problemas puntuales" en los aeropuertos y a "una gestión inadecuada de los recursos disponibles".

Ahí queda eso. Haga usted una huelga encubierta, con una tercera parte de la plantilla de Madrid súbitamente de baja por enfermedad; cierre de dos de las cuatro pistas de Barajas, perjudique a miles de viajeros y después diga que ha habido imprevisión. La USCA aseguró que los retrasos no pueden atribuirse a un "hipotético escenario negociador", porque todavía no ha iniciado conversación alguna con Aena, a pesar de que tienen denunciado su convenio. O sea, que todo puede empeorar. Hay controladores que ganan al mes 12.000 o 13.000 euros; se pueden prejubilar con 52 años y quedarles una paga neta de 7.000 euros mensuales. Me cuenta un experto que la hora del controlador aéreo en España sale por el doble que la media europea. Y no crean que se les exige ser doctores en física cuántica: hasta hace quince años no era necesario un título universitario. Y ahora, con una diplomatura y un buen nivel de inglés pueden entrar. Todo esto ocurre en vísperas de que Aena separe el control aéreo del resto de la gestión aeroportuaria, con lo que sabremos el coste real de este cuerpo de trabajadores públicos con tan mala salud.

Normalizada la situación con los controladores, los pilotos de Iberia siguen con su particular huelga de celo. En un mes, Iberia ha cancelado 400 vuelos y más de 3.000 salieron con retraso. Este colectivo se sigue comportando como cuando la compañía era pública. Pero su empresa cotiza en Bolsa y el tráfico aéreo está en regresión. Hay pilotos que ganan sueldos superiores a los 300.000 euros al año y su empresa está pendiente de una fusión con la British Airways. Además de coger a los ciudadanos como rehenes, ponen en un brete a su propia compañía. Quieren un convenio mejor. Es un año muy adecuado, con publicidad y alarma social, en plena crisis.

Lo de Iberia es privado, pero con los controladores la ministra de Fomento, que en las encuestas sobre el Gobierno está a la cola de popularidad, tiene la posibilidad de granjearse la simpatía nacional, si es capaz de meter en vereda a ese colectivo. La USCA ha lamentado ayer los inconvenientes que su comportamiento haya podido provocar en los usuarios. Disculpen las molestias. Esto es lo que hay.

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