La tribuna económica

Joaquín Aurioles

Divisas en pie de guerra

Alos gobiernos les interesa, sobre todo, la economía real, es decir, la estabilidad, el crecimiento y el empleo, pero deben defenderse de la financiera, es decir, de los tipos de interés o de la inflación, bajo mínimos en los últimos tiempos, pero también de los tipos de cambio, del endeudamiento o de los déficits públicos. Estos últimos mucho más revueltos, hasta el punto de llevar al FMI a sentenciar que las principales amenazas que se ciernen sobre la estabilidad de la economía internacional provienen de los mercados financieros. Una de las últimas alarmas ha saltado en torno a las consecuencias de la "guerra de divisas" que podría desencadenarse tras la intervención del yen por parte del Banco de Japón y las nuevas iniciativas en el senado norteamericano para imponer sanciones a China, que no ha tardado en responder que no están dispuestos a soltar el control de su moneda.

Los japoneses pretenden, y de momento han conseguido, frenar la apreciación de su moneda bajando el tipo de interés al 0% y vendiendo yenes en el mercado de divisas. Además han creado un fondo de inversión que pretenden emplear en la adquisición de deuda y para frenar el apetito chino por la deuda pública japonesa. Estados Unidos, por su parte, insiste en la necesidad de que China permita la revaluación de su moneda, pero también se muestra dispuesto a inundar el mundo de dólares procedentes directamente de la máquina que los fabrica. El problema es que cuando las principales economías intervienen en el mercado de divisas para forzar la depreciación de sus monedas, están forzando la apreciación de otras. Por ejemplo, las del conjunto de las economías emergentes exportadoras, con Brasil al frente, que no han tardado en responder que no se van a quedar de brazos cruzados ante la agresión y que están dispuestos a emplear su creciente volumen de reservas en la defensa de su economía real, es decir, de sus exportaciones. Pero si todos deciden ir a la guerra, ¿qué podrán hacer los inversores? ¿Quedará algún terreno neutral donde esperar con algo de seguridad la vuelta a la normalidad?

Siempre estará el oro, que hace ya algún tiempo pasó de largo por la mítica barrera de los 1.000 dólares la onza y acaba de superar la de los 1.300, con ganancias superiores al 15% en los que va de año. Por otro el euro que, como en su mejores tiempos, se encuentra rozando el cambio por 1,4 dólares, a pesar del reciente varapalo en el rating a Irlanda y España y de los problemas de Portugal y Grecia. Desde luego parece sorprendente, pero nadie espera movilizaciones en el BCE, a pesar de que también en Europa hay economías exportadoras que se verán perjudicadas por el encarecimiento del euro. Entre ellas Alemania, aunque todo parece indicar que están dispuestos a aguantar, siempre que se garantice el flujo de capitales que ayude a mantener en pié las finanzas de los países con más problemas. También quedará el dólar, cuyo atractivo parece imperturbable ante la depreciación, aunque en esto de las guerras nunca se sabe cómo se puede acabar. ¿Alguien se imagina lo que podría ocurrir si de repente los chinos perdieran su interés por el dólar?

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