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Desde mi córner

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Dominar las áreas, pretensión del Sevilla... y de cualquiera

Monchi ha optado por comprar envergadura y eso rentabiliza batalla aérea y pelota parada

Aunque jugar al fútbol nada tiene que ver con el noble oficio de colgar cuadros, en el retorno de Monchi al puente de mando del Sevilla se está comprobando que ha llegado con el firme propósito de subir la envergadura de la plantilla. Del aluvión de contrataciones, únicamente Reguilón no llega a los 180 centímetros en el altímetro, dándose la casualidad de que sólo él ha llegado al club en calidad de prestado.

Sin duda y aunque no es garantía de nada, fortalecer físicamente el plantel es algo que cuenta con muchos partidarios y Monchi debe ser uno de ellos. El más bajito de los recién llegados, Reguilón, se queda a dos centímetros del 1,80, lo que es una altura considerable. Y un ejemplo diáfano de que la envergadura prima en esta nueva planificación es que desembarazarse de Roque Mesa (1,72 m.) es cuestión prioritaria para suplirlo con Fernando, once centímetros mayor.

Es una forma de ver las cosas esto de querer gente alta, lo que debe redundar beneficiosamente a la hora de las prisas y también de rentabilizar los lances en estrategia. Lopetegui se caracteriza por la importancia que le da a la jugada ensayada y para ello, los centímetros son muy aconsejables. Dominar las áreas es tener medio camino recorrido de cara al éxito y en esta enésima revolución en su vestuario se ve palpablemente que los tiros van por ahí, muy lejos de tiquitacas o similares.

El argentino Ocampos y el holandés De Jong, con cerca de 1,90 de altura, son los techos de este nuevo Sevilla. Un Sevilla no sólo remodelado sino que parece como vuelto del revés por obra y gracia de Monchi. El isleño tenía que hacerse notar en este su retorno a casa y la medida más notoria es ésta. Imagino que Lopetegui habrá tenido algo que ver en estas elecciones y aunque no se trate de colgar cuadros, dominar ambas áreas mediante la batalla aérea no es asunto baladí.

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