POSIBLEMENTE, la mejor definición de cuanto aconteció el sábado en las calles de la Sevilla eterna haya sido la que el compañero Juan Parejo desgranó en estos papeles. Definición redonda diciendo que ese sábado de otoño era la viva imagen de un Domingo de Ramos en Sevilla. Pero no un Domingo de Ramos cualquiera, sino uno de esos de sol en todo lo alto y temperatura rayana en la estival a la espera de que la Borriquita emboque la rampa del Salvador. Así discurrió la Virgen de la Victoria por una Sevilla que llevaba tiempo sin hollar. Recuerdos de cuando moraba en la Fábrica de Tabacos y vigencia actual de cómo lucen las cosas cuando las cosas van regidas por el sentido de la medida. De sol a sol, la Virgen de las Cigarreras paseó su palmito desde Los Remedios a la Catedral, pero no regateando lugares por donde un pasopalio más se gusta. Lo dicho, Domingo de Ramos en otoño.
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