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La tribuna

José Manuel Pineda

Doñana y turismo, ¿socios o rivales?

DOÑANA puede definirse como un socioecosistema complejo en el que interaccionan naturaleza y población, en un territorio de 2.730 Km2, con un 40% de su superficie ocupada por el Espacio Natural de Doñana. La población, para su desarrollo, necesita realizar actividades que le proporcionen bienestar social. Estos rendimientos se materializan a través de un precio que refleja el valor que el cliente da al producto obtenido, del cual se detraen sus costes de producción. Si en el proceso de producción, el capital -financiero o natural- disminuye su capacidad de producción futura, se produce un empobrecimiento del territorio. Si, por el contrario, se mantiene su capacidad productiva, el rendimiento a largo plazo está asegurado.

Un destino turístico estará minando su capital productivo si para producir rendimientos económicos necesita destruir su capital. Un ejemplo es el modelo de crecimiento de la costa mediterránea, con flujos financieros a corto plazo espectaculares, sustituyendo naturaleza por ladrillo y disminuyendo significativamente el capital natural. Económicamente hablando, se da una anticipación de rentas futuras en un modelo con cierta -¿falsa?- estabilidad. Sin embargo, la resiliencia o capacidad del territorio para adaptarse a los cambios se ve seriamente afectada.

Pero, ¿realmente tiene sentido ser tan autocríticos siendo España el segundo país receptor de turistas del mundo con 58 millones de visitantes? Creemos que el análisis debe ser más profundo que una simple cifra de número de visitantes. Centrándonos en Doñana, según un estudio realizado en 2004 por Fernando Prats (AUIA) y Plegadis, el volumen de éstos que pernoctaron en hoteles ascendió a 155.000, mientras que 1.260.000 visitantes no pernoctaron en la comarca de Doñana.

En el estudio se calculó un factor que permitía evaluar el rendimiento obtenido de cada tipo de visitante. Tomando como valor 100 al turista hotelero -12 el turista de segunda residencia-, mientras que el visitante de un día tenía un valor inferior a 0,2 puntos. No es un dato definitivo, pero sí nos permite cuestionarnos si económicamente hablando una playa a rebosar genera más riqueza que un flujo menor de turistas más generosos. Por otro lado, España creció en 2007 en número de turistas un 2%, que contrasta con el 18% de Turquía o el 11% de Centroamérica. España no está a salvo de un descenso potencial en los próximos años.

¿Qué hacemos en Doñana? A priori, su territorio cuenta con atributos muy atractivos, reuniendo recursos naturales y culturales bien conservados, buen clima y marcas de altísimo prestigio como la propia Doñana o El Rocío. Sin embargo, la situación actual del turismo en Doñana es el resultado histórico de un proceso improvisado, que no ha aprovechado sus posibilidades y necesita reorientarse para optimizar potencialidades hacia el futuro. La estructura turística es fragmentada, desequilibrada y débil, disminuyendo la capacidad de generar ingresos. El producto sol y playa sigue siendo estrella, pese a ser muy estacional, con alta presión ambiental y rentabilidad limitada. Por el contrario, el producto ligado a la naturaleza es relativamente escaso.

El modelo de Doñana debe partir de la conservación -y mejora- del capital natural como condición necesaria para el desarrollo socioeconómico, y no simple imposición. Los turistas deciden su destino sobre la base de muy distintos criterios, pero sólo los destinos que se basan en las emociones, son capaces de transformar motivaciones en flujos monetarios a largo plazo. Cuanto más racionales son los turistas, más deciden por precio. Esos destinos indiferenciados sólo perviven con un volumen elevado de turistas, que requieren precios bajos, presionando los márgenes de beneficios a límites insoportables.

Doñana tiene que apelar a las emociones, crear un destino realmente diferenciado. La imagen debe basarse en los valores únicos de Doñana, su naturaleza, biodiversidad, tradición, sus lugares. Si le añadimos que la presencia de la marca Doñana tiene un largo camino andado, estamos ante una meta alcanzable. Doñana es única, simplemente hay que hacérselo saber al turista potencial y después demostrarlo con hechos. El servicio prestado debe ser excelente y asegurar la satisfacción plena del visitante.

El objetivo sería transformar a Doñana en el primer destino de naturaleza de Europa. Naturaleza y turismo se apoyan y complementan ayudando al desarrollo económico de sus habitantes.

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