Paisaje fantasmagórico, como de día después aun con la agravante de que ese día después no ha llegado aún. Llegará, claro que llegará, no tiene más remedio que llegar el punto final a este tiempo de pesadilla, pero no podía imaginarme que un día después sin serlo, estando todavía en el meollo interminable de la tragedia, sería tan angustioso. Confinado entre las cuatro paredes de casa, en esta situación se desdice el mantra de que como en casa, en ninguna parte. Los minutos son horas y los días son etapas interminables de una vida estupefacta por lo que le está tocando vivir. ¿Cuánto durará este sin vivir? ¿Para cuándo la normalidad? Y el frío que no viene y ahí tenemos al puñetero bichito disfrutando en su temperatura confort. Lo peor de casi todo en este estado de alarma es que nunca hubiéramos imaginado el drama que supone un día después sin serlo.
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