Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Dura travesía del desierto

Tras la salida del poder y la sentencia de los ERE, el PSOE andaluz está noqueado y sin capacidad de reacción

El año que acabamos de dejar atrás ha sido, con mucho, el peor de su historia para los socialistas andaluces. Perdieron unas elecciones y fueron desalojados del poder después de casi cuatro décadas por una alianza a tres de la derecha, el nuevo Gobierno supo tirar de alfombras y abrir cajones, y ha vivido los últimos 12 meses de los escándalos que se han ido sacando semana tras semana y, para terminar de hundirlos, la sentencia de los ERE del pasado noviembre los ha puesto en un nivel de crédito político más bajo aún que el que podían imaginar en sus peores pesadillas. Pero eso no es todo. Noqueados y acorralados, no terminan de acostumbrase a su nuevo papel de fuerza de oposición, lo que da al Gobierno de Juanma Moreno un crédito que por ahora parece ilimitado. Nadie parece echarlos de menos a pesar de que los problemas más graves de Andalucía siguen sin haberse encauzado y son incapaces de hacer frente a la oleada de ataques que le llegan desde San Telmo. Tras la sentencia de los ERE y alguna que otra denuncia de Elías Bendodo sobre el pasado, la única respuesta de Susana Díaz fue que ella entonces era concejal o que no había llegado aún a la política porque no tenía edad para ello. La inacción socialista ha hecho que incluso un requerimiento del Ministerio de Hacienda aplicando a la Junta lo previsto en la Ley de Estabilidad Presupuestaria que aprobó Rajoy haya sido convertido en un feroz ataque contra la solvencia financiera de Andalucía. Según algunos malpensados, que siempre los hay, esto ha sido así porque las relaciones entre la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el PSOE andaluz no son precisamente de amistad sincera.

Los socialistas están haciendo, pues, su más amarga travesía del desierto y como consecuencia de ello la región lleva un año sin una oposición que haga ese papel. Tienen una preocupante falta de discurso y un liderazgo que se tendrá que poner a prueba antes o después en un congreso que será sin duda el más complicado de las últimas décadas. A esta indefinición contribuye también que -se analice como se quiera analizar- la posición interna de Susana Díaz se ve débil dentro de la propia organización por sus complicadas relaciones con Pedro Sánchez, a pesar de que es innegable que la tensión ha disminuido en los últimos meses y que ése no es ya un tema que esté marcando la política andaluza. Habrá que esperar a ver qué pasa cuando funcione en Madrid un nuevo Gobierno y el bloqueo político y sus consecuencias hayan quedado atrás.

Pero ni a Susana Díaz ni al PSOE andaluz les sobra el tiempo. Necesitan rearmarse políticamente y ofrecer una oposición creíble al Gobierno andaluz. Y necesitan hacerlo pronto, porque en ello les va su propia supervivencia.

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