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José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

ERE: la historia interminable

En los ERE es muy difícil separar lo judicial de lo político, los hechos de la propaganda y la verdad de la mentira

No me atrevería yo a pronosticar si cuando llegue el momento y la cuestión se ponga encima de la mesa del Consejo de Ministros Pedro Sánchez va a optar por indultar al ex presidente José Antonio Griñán o por todo lo contrario. Aunque sí sé lo que va a hacer: lo que más convenga a sus propias estrategias electorales y políticas. A estas alturas, el inquilino de La Moncloa ha dado muestras sobradas de dónde pone sus prioridades y es transparente como el agua. Hizo lo que le convino cuando se indultó a los sediciosos del procés catalán y ahora, aunque las circunstancias son dramáticamente diferentes, aplicará los mismos criterios. El adjetivo dramático es pertinente porque de lo que se está hablando es de un servidor público con una larga trayectoria de servicios al Estado y que, a juicio de la mayoría de una sala del Tribunal Supremo, no evitó que un grupo de subordinados emboscados en la Consejería de Empleo arbitraran unos procedimientos administrativos que el tribunal ha considerado delictivos desde un punto de vista penal. Hasta qué punto esta teoría ha supuesto un retorcimiento de la jurisdicción en la que los ciudadanos se juegan su libertad es algo con lo que ya no tiene sentido especular. En España, las sentencias del Supremo, aunque se dedican por margen tras estrecho y dejen abiertas tantas dudas, sientan jurisprudencia y contra ellas no cabe más que la angosta vía de que el Tribunal Constitucional aprecie lesión de los derechos fundamentales

El voto particular de las dos magistradas que discrepan del fallo deja entreabierta las puertas del Constitucional. De modo que todavía no está escrita la última página de esta larga historia en la que a veces es muy difícil separar lo judicial de lo político, los hechos de la propaganda y la verdad de la mentira.

Que el Constitucional vaya a ocuparse, si se admiten los recursos, de aclarar ciertos aspectos controvertidos de la sentencia debe tranquilizarnos a todos. En cualquier caso, después del pronunciamiento del Supremo, tenga cuidado si le proponen algún puesto directivo tanto en lo público como en lo privado. Será responsable por pasiva de lo que hagan los que están debajo. Asume una responsabilidad, aunque ni participe ni se entere, que puede terminar sentándolo en el banquillo de los acusados. Y una vez que uno se sienta en un banquillo ante un tribunal penal asume riesgos claros, como ha quedado demostrado.

Habrá que seguir esperando. Esperando un pronunciamiento del Constitucional sobre la admisión de los recursos que se presente y de un posible indulto del Gobierno. La historia interminable de los ERE todavía no está escrita del todo. Y la sentencia del Supremo no ha servido para zanjar su capítulo más decisivo. Peor para todos.

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