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La ciudad y los días

carlos / colón

Educar al público

MURIEL Sauzy, jefa de ventas de Pathé, ha dicho a propósito de la quiebra de Alta Films: "Las televisiones tienen dinero para comprar series americanas de tercera categoría pero no para filmes de calidad. Al final, se trata de que España vuelva a los tiempos del franquismo porque es una forma de censura encubierta. Sinceramente, no creo que la gente sólo quiera ver talk shows de mierda, hay una voluntad desde el poder de que determinados contenidos con una exigencia intelectual no se vean". Pues mire usted, señora, nada de franquismo, ni de poder. La gente hoy quiere mayoritariamente ver talk shows de mierda, concursos de mierda, teleseries de mierda, programas del corazón de mierda, realities de mierda y películas espectaculares que unas veces son de mierda y otras no. Las cinco películas más taquilleras del año pasado fueron Lo imposible, Amanecer. Parte 2, Intocable, Las aventuras de Tadeo Jones y Los vengadores. De ellas -ojo- tres fueron europeas y dos españolas. Pero no de ese cine de autor por cuya salud creativa, por cierto, habría que preguntarse (porque también hay cine de autor de mierda).

Así están las cosas. Con realismo el creador de ese estupendo proyecto de producción, distribución y exhibición de cine de autor que fue Alta Films, Enrique González Macho, ha dicho: "Hemos resistido mientras se ha podido… pero la gente ha dejado de ir al cine, el DVD está arruinado y las televisiones, sobre todo la pública, ya no apoyan al cine español ni al cine de autor". De estos argumentos el más relevante es que la gente ha dejado de ir al cine. O, para ser más precisos, que la mayoría de la que sigue yendo carece de esa libertad de elección que sólo procura la educación.

Los más viejos recordamos las películas de Truffaut, Godard, Antonioni, Fellini, Richardson, Herzog, Fassbinder, Bergman, Kurosawa o Buñuel estrenadas en los grandes cines comerciales del centro de las ciudades. Un público nunca masivo, pero sí suficiente, hacía posible que sus obras se produjeran, distribuyeran y estrenaran. El vacío de este público no puede llenarse con subvenciones: un encarnizamiento terapéutico que mantiene en vida lo que en realidad está muerto.

Muchas veces he citado la frase de Víctor Hugo: "Educad la cabeza del hombre del pueblo y no tendréis que cortarla". Podría traducirse así al terreno cultural: educad la cabeza del público y no tendréis que subvencionar.

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