DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

José Sánchez Maldonado

Catedrático de Hacienda Pública en la Universidad de Málaga

Efectos sobre el crecimiento

El autor destaca que no es imaginable la vuelta a nada que merezca llamarse normalidad mientras no haya vacuna o tratamiento viable: el factor principal es el virus, no el confinamiento

Para cerrar abril, el INE ha avanzado los primeros datos reales, ya no previsiones, sobre caída del PIB español en el primer trimestre. Nos tememos que ni siquiera los economistas capitaneados por Joseph Stiglitz en su cuestionamiento del PIB como medida del bienestar poblacional habrán evitado sentir un escalofrío. De hecho, el medidor alternativo que vienen defendiendo es uno que debería incluir en su cómputo externalidades que dañan a las sociedades, como la desigualdad, la inseguridad, la desafección política o la contaminación, pero que el medidor basado meramente en la producción ignora ampliamente. Y es difícil pensar de qué manera el batacazo económico derivado del confinamiento pueda mejorar ninguna de esas realidades, salvo el aspecto medioambiental, en lo que sería algo así entre un detalle de humor negro y una victoria pírrica.

Lo peor de esta caída del 5,2 % en el primer trimestre (variación anual negativa del 4,1 %), es obvia: todo el efecto negativo es debido a dos únicas semanas: las dos últimas de marzo. Eso supone una sexta parte de todo el periodo, pero la caída en este segundo trimestre, con confinamiento estricto la mitad del tiempo, puede hacer papilla las peores previsiones. Y eso no es todo, ya que el INE avisa de las dificultades que ha tenido para recopilar información, con lo cual se teme que la futura revisión de estos datos arroje resultados aún más negativos. En fin, los números pueden convertir en un episodio menor la crisis 2008-2013.

Si hay alguna vertiente positiva en todo este desastre es que, al responder a un movimiento consciente, a una medida defensiva de política sanitaria, en parte se sitúa dentro de lo previsible, y en parte existe la posibilidad de dar marcha atrás a las restricciones, a mayor o menor velocidad. En todo caso, y aunque sea con malas noticias, la incertidumbre se va cerrando un poco y se pueden identificar tendencias. Cobra aquí más valor el informe del Banco de España donde hacía previsiones en base a tres escenarios, de más a menos optimista. En el primer escenario (confinamiento de ocho semanas y posterior vuelta casi completa a la normalidad) se estimaba una caída anual del 6,6 % del PIB. Pero sabemos que esto ya no va a ocurrir.

El segundo escenario (confinamiento de ocho semanas, pero con vuelta a la normalidad que se retrasa hasta octubre) implicaba una caída del 8,7 %, mientras que el tercer escenario (12 semanas de confinamiento, con vuelta a la normalidad en fin de año) traía una caída del 13,6 %. A día de hoy, parece que la situación más verosímil se encuentra en algún punto entre estos dos escenarios, pero recordemos que hace nada el escenario segundo nos hubiera parecido enormemente pesimista.

Por su parte el FMI ha elaborado una proyección de impactos del Covid-19 en el Mundo. Este organismo señala que se producirá la mayor recesión de la economía mundial desde la Gran Depresión de 1929. A nivel mundial, el Fondo aventura un descenso del PIB del 3%, en un escenario que asume que la pandemia va desapareciendo en la segunda mitad de 2020. Si se toma el peor de los escenarios del Fondo, este organismo estima un mayor periodo de cierre de los países y un segundo brote en 2021, el PIB mundial caería un 11%. El BCE va más lejos. Según las fuentes consultadas, dicha institución ya baraja en su escenario central que la bajada sea del 9%, pero no descarta que pueda llegar incluso al 15%, previsión esta que viene a coincidir con del FMI que prevé que la economía de la zona euro caiga un 9%, aunque el desplome podría llegar al 15%.

En un reciente trabajo Funcas resalta que el rebote de la actividad no será tan fuerte como para que esta se recupere en un solo año. De hecho, Funcas prevé que la economía española no recobre los niveles previos a la crisis del coronavirus hasta 2023. Según las previsiones del servicio de estudios de las cajas de ahorros publicadas este jueves, en 2020 el producto interior bruto retrocederá un 7%. Y en 2021 habrá un crecimiento muy robusto pero insuficiente para compensar todo lo perdido: un 5,4%. En el escenario principal de Funcas, la hostelería finalizaría el año con un 20% menos de PIB que en 2019. La construcción y la industria manufacturera, en torno a un 5%. Únicamente mantendrían un nivel similar la agricultura, las industrias extractivas y energéticas, y la administración pública, sanidad y educación. En este estudio se reconoce que España es una de las economías más afectadas por la importancia del turismo en su estructura productiva.

A confirmar este escenario apuntan las previsiones del Gobierno de España en su el plan de estabilidad. En el mismo se afirma que España tardará al menos dos años en superar la peor crisis en un siglo, estimándose una caída de la actividad del 9,2% en 2020 y una recuperación del 6,8% en 2021, todo ello acompañado de un incremento de la tasa de paro al19%. Sobre la cuestión de cuando se podría volver a la normalidad, creemos que tanto el supuesto del Gobierno Español, como otros tantos hay que usarlo con precaución. No es imaginable vuelta a nada que merezca llamarse normalidad mientras no haya vacuna o tratamiento viable. No hay que perder de vista que el factor principal es el virus, no el confinamiento. Mientras haya contagios habrá confinamiento, a iniciativa propia o forzado por la autoridad. En fin, teniendo en cuenta los datos, el lugar del optimismo, o de la fe, habría que reservarlo, tanto para las iniciativas privadas, como para las políticas económicas, con la esperanza de que, por un lado, sean capaces de ofrecer un contrapeso suficiente al desplome, y por otro lado, corrijan los efectos más básicos e insoportables.

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