QUINCE años se cumplen en este momento que usted coge el periódico. Quince años de la llamada telefónica peor que recibirse pueda y fue con el alba, a esa hora en que el día quiere ser joven y fuerte y el hombre anda en esa duermevela en que tan oscuras se contemplan las cosas. Quince años de ausencia en este Día de la Constitución que desde entonces pasó a convertirse en efemérides dolorosa que tendrá vigencia hasta ese día en que un servidor siga su senda. Quince años del telefonazo que nos removió los adentros a pesar de que la sorpresa estaba descartada desde bastante tiempo atrás. Quince años de que la vida cumpliese con su inexorable ley por la que aquí no se queda nadie, pero era tan querido el que se fue... Quince años y a pesar de la cantidad de agua que ha pasado bajo los puentes, este día se grabó a fuego en el alma y ahí sigue como entonces.