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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

Ejemplar bronca la del sevillismo

Más de una afición debiera tener en cuenta cómo reacciona la grada del Sánchez Pizjuán ante un leve traspié

INFORTUNIO absoluto, siniestro casi total el que se trajo en la barriga la primera jornada del año. Ni el Sevilla debió ceder un empate ante el peor Osasuna que se recuerda ni el Betis debió caer en Almería a pesar de la forma en que tiró toda la primera parte. El fútbol tiene una importante carga de azar, pero, caramba, no tanta como la que permite que Pandiani se encuentre un rebote solito ante Palop ni que cuatro oportunidades de gol como las béticas se vayan al limbo para que, a la postre, lo que decida el pleito sea el ridículo error de Casto. Una jornada para olvidar, pues en su desenlace tuvo una trascendencia enorme la mala fortuna.

Incidencia del azar aparte, coincidamos en que el Sevilla ya no juega de oído, anda con la sesera espesa y su partido ante el rústico Osasuna de Camacho no fue el primero del curso de estas características. Es más, ese partido ante los navarros parecía una copia de otros que pasaron al olvido porque lo que importa es ganar y ésos se ganaron. Sí hay que aplaudir a la afición del Sevilla por el nivel de exigencia a que ha llegado, por lo que le demanda a sus jugadores y a su entrenador y por la energía que sacó a relucir cuando el árbitro dijo que aquello se había terminado. Con el equipo donde está, tan alto en la tabla, esa bronca me sonó a música celestial.

Una bronca de la que bien debiera tomar cuenta la otra religión de la ciudad para que las cosas tengan arreglo. Yendo a lo meramente deportivo, el papelón del Betis en la primera parte, también un calco muchas veces repetido, fue de mear y no echar gota. Qué falta de intensidad, qué estúpida suficiencia, qué manera de ocultar propósitos, de no saber a qué se juega. Y para colmo, la distracción de un portero que no supo jugar con el Reglamento y que destrozaba una tarde que luego no podría enderezarse por falta de tino y por mala fortuna. En fin, que de todo lo de la primera jornada me quedo con la bronca del sevillismo, que cunda el ejemplo.

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