EL comienzo de la quincena electoral oficial coincide con el arranque del Festival de Cine Europeo, y con la presencia en la cartelera comercial de otras excelentes películas europeas. La campaña que le recomiendo es de butaca y sesión continua. El cara a cara que necesita. El mitin del que sí sacará en claro nuevas perspectivas. Porque los de Guerra y Montoro son un remake, por no llamarlos refritos. Porque le imagino harto de telediarios con Merkel, Sarkozy, Berlusconi y Papandreu llevando Europa al despeñadero. Y más hastiado aún por el pasotismo y el cinismo de la clase política española instalada sobre el desempleo y la ruina de sus convecinos.
La falta de apego de los exhibidores por el cine en versión original subtitulada lleva a ofrecer solamente con copia doblada el Habemus Papam del italiano Nanni Moretti, y El niño de la bicicleta, de los belgas hermanos Dardenne. Más vale disfrutarlas de esa manera que perdérselas. Sí se exhiben con sus voces auténticas Another year, del británico Mike Leigh, y Melancolía, del danés Von Trier. Cualquiera de ellas es más fructífera para la Europa de los pueblos que Durao y Van Rompuy posando en Cannes con el G20.
Hasta el día 11, hágase a medida en el Nervión Plaza su elección aprovechando el Festival de Cine Europeo. Descubra a bajo precio que miles de sevillanos elaboran un cuadrante y procuran no quedarse sin entradas para las que son a priori más atractivas: The Artist, de Michael Hazanavicius; Shame, de Steve McQueen; The Turin Horse, de Bela Tarr, entre otras. Y celebre que en España hay cineastas como Mercedes Álvarez, que pasan del recuerdo de la guerra civil y crean un largometraje tan actual como Mercado de futuros.
Al igual que usted, el propio festival tiene comprometido su futuro. Eso tendrá su propia jornada de reflexión. Toca disfrutar a oscuras y oxigenar las neuronas fuera del cine de terror que nos vende desde Bruselas la Comisión Europea, cual zombis que convierten el Estado del bienestar en bonos basura.
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