DESDE abril presenta diariamente Historia de nuestro cine. Y desde el pasado verano, Días de cine, programa del que se hizo dueña y soberana desde la primera cita. Mostrando unas tablas, un dominio escénico y una facilidad para traspasar la pantalla que sólo atesoran las más grandes. Elena S. Sánchez lo es. Comunicadora en estado de gracia, durante la jornada inaugural del FesTVal de Vitoria, como no podía ser de otro modo, fue la elegida para hacer de maestra de ceremonias de TVE en el acto de presentación de la programación de la nueva temporada. Ejerciendo de icono corporativo de la casa. Perfeccionista extrema (a mí siempre me recordó en lo profesional a nuestra reina Letizia en su etapa de periodista), nada escapa a su control.

Al término del acto, departiendo con ella, pude descubrir lo que intuía desde que la vi el primer día en pantalla: Elena vive feliz, consciente del buen sino que la acompaña. Ama el trabajo que desempeña. Y goza de cada minuto, de cada entradilla, como si fuera la primera. Aludimos a las casi 500 noches que nos aguardan hasta 2017. A esas películas que ve antes de analizar con el invitado, y de las que me habla con esa mirada certera que te deja absorto. Me cuenta que las grabaciones van con tres semanas de adelanto sobre la emisión, y al hablarme de El ángel exterminador de Buñuel se le iluminan los ojos. Todavía más.

El próximo 22 de octubre actuará como anfitriona en el concierto extraordinario de bandas sonoras que organiza la Academia de Cine, a cargo de la Orquesta de RTVE en el Teatro Monumental. Sus directos en los Sanfermines en compañía de Javier Solano también son antológicos. Porque Elena S. Sánchez es un valor seguro.

A cualquier hora y en cualquier formato. Un icono catódico en toda regla, capaz de aunar inteligencia, prestigio y glamour. ¿Quién da más?

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