Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Elogio de la arquitectura

Fausto: ¿Dónde está el infierno?.

Mefistófeles: El infierno está donde estamos. Todo lo que no es el cielo es el infierno.

Doctor Faustus. Christopher Marlowe

EN artículos de opinión locales se viene negando la calidad arquitectónica de edificios como la antigua comisaría de la Gavidia y algunos edificios de la calle Imagen. Y el discurso se afianza con el menoscabo de los edificios expuestos en la muestra de arquitectura que el Colegio de Arquitectos instaló hace unas fechas en la Plaza del Triunfo, donde principalmente se muestra el trabajo de nuevas generaciones. Estas voces se oyen en momentos de debilidad del colectivo de arquitectos por la crisis inmobiliaria, que se ha convertido en mera cuestión de supervivencia en algunos de nuestros compañeros. Porque los arquitectos siempre nos hemos llamado compañeros entre nosotros. Ese es el nombre con que se denominan los masones (del francés maçon=albañil) desde el siglo XVII, que practicaban el compagnommage o compañerismo. Un viejo gremio al que pertenezco desde hace cuarenta y cinco años y que cada día valoro más y que noto demasiado callado. Empezando por el propio Colegio de Arquitectos.

Pero si ahora es así el ataque a la arquitectura del siglo XX en Sevilla, ¿cómo debía ser construir arquitectura contemporánea, alineada con las arquitecturas que se construían en el mundo, en la Sevilla de las primeras décadas del siglo XX? Después de la eclosión regionalista de la Exposición Iberoamericana de 1929 y sus años precedentes y el gran acierto de Aníbal González en la Plaza de España, que cubrió casi veinte años del siglo, ¿cómo se podía concebir otra arquitectura en esta ciudad? Pues la hicieron y de alto nivel. Baste recordar el Mercado de la Puerta de la Carne (1926-1929), ahora en grave peligro, que diseñó el arquitecto Gabriel Lupiáñez, autor también del Cuartel de Eritaña (1929) y del Cabo Persianas (1939).

Pero hoy quiero llamar su atención en el edificio de la calle Adolfo Rodríguez Jurado, número 6, obra del arquitecto José Galnares (1904-1977), autor de muchos otros edificios que han hecho Sevilla, como la fábrica de Hytasa, en los años cuarenta, comenzada por Juan Talavera. Veamos el edificio de Galnares. Para que ustedes se sitúen con facilidad les diré que es el edificio de la derecha de la Bodeguita Casablanca, allí enfrente de las antiguas taquillas del teatro Coliseo, hoy oficinas de Hacienda de la Junta de Andalucía. Bajando desde la calle Santo Tomás lo verán destacar entre todos los edificios aledaños por su fachada blanca de líneas racionalistas, con una fuerza y luminosidad únicas que le hace destacar entre los ejemplos más o menos meritorios de arquitectura regionalista que lo rodean. Este edificio, concluido en 1936, tomen nota del año, es por derecho propio uno de los principales ejemplos de la arquitectura del siglo XX realizados en Sevilla. Y ahí sigue tozudamente, mostrando el camino a todos, tal como dijo Frank Lloyd Wright: "la arquitectura es el triunfo de la imaginación humana sobre materiales y medios humanos, para poner al hombre en la posesión de su propio mundo".

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