La tribuna

gumersindo Ruiz

Elogio de lo público

LA privatización de la sanidad en algunas comunidades autónomas trae de nuevo el debate entre lo público y lo privado. Hay al menos cuatro ámbitos en que puede situarse la discusión: la riqueza pública y privada y el bienestar de los ciudadanos; la gestión de la economía; la distribución de la renta y la riqueza; y las posiciones neoliberales, individualistas y economicistas, frente a las conservadoras de la cohesión social.

Un reciente Informe sobre la riqueza global señala algunas cuestiones interesantes, pues hay países donde la riqueza financiera (tiene en cuenta sólo lo que es líquido, no los inmuebles) pública es muy elevada y la privada reducida, con lo que la gente puede considerarse relativamente rica. Es el caso de Noruega, con una riqueza financiera privada por habitante inferior a la de los griegos, por ejemplo, pero con la mayor riqueza pública del mundo: más de 200.000 dólares por habitante. Una buena gestión de esta fortuna, derivada de la explotación pública del petróleo e invertida por un fondo soberano, hace que sea el país con la mejor calidad de vida. Si lo comparamos con Venezuela, también con recursos energéticos públicos, vemos que la cuestión no está en lo público o lo privado.

Cuando a la posición de las familias se resta la del Estado, hay situaciones como la de Italia que es prácticamente igual a la de Alemania, o Francia, con unos 50.000 dólares por habitante en total. Esta es también la riqueza financiera privada por persona en España, que cae a 20.000 dólares cuando se le resta la deuda pública; aun así estamos en positivo, y no es una posición despreciable. En ninguno de estos países se ha vivido por encima de las posibilidades, porque había y hay dinero, aunque lo que nunca tuvimos en España fue una actividad productiva privada que generara empleo sostenible.

El ámbito de la gestión es muy anecdótico; a todos se nos ocurren ejemplos de cosas privadas y públicas que funcionan bien y mal. Tenemos la sanidad y la educación pública a un coste mucho más bajo que la privada; podemos citar casos de mala y buena gestión de las infraestructuras, transportes, autopistas, o la energía, donde está tanto lo privado como lo público. Si miramos en los orígenes de la crisis, encontramos un ejemplo de mala asignación privada de financiación y capital a actividades privadas no sostenibles; y la falta de regulación de los mercados es generalmente reconocida como causa de los desequilibrios que padecemos.

La distribución sería el tercer aspecto del debate. Por fijarnos en algo muy sencillo, dentro de los países hay una parte de la población endeudada, y otra que es acreedora. Los españoles que tienen deuda pública son en parte acreedores y deudores, pero cobran sus intereses -y mejor para ellos cuánto más alta sea la prima de riesgo- del resto de sus conciudadanos; no cabe duda que se han visto beneficiados del desequilibrio público. Por otra parte, la distribución de los ingresos medios por hogar que elabora el profesor Ramón Trías muestra un mapa donde se dibujan las zonas con ingresos de menos de 16.000 euros, hasta las que llegan a 66.000. En Madrid, prácticamente todo el Norte de España, y la costa mediterránea levantina se encuentran los ingresos medios más elevados. Aun en Andalucía se ven concentraciones de estas rentas en las capitales de provincia, y en los municipios de la franja costera. Aunque hay comunidades autónomas pobres y ricas, dentro de ellas son muy llamativas las bolsas de fortuna y de pobreza.

Por último, y para definir el sesgo de la ideología en relación con lo público y lo privado, nada mejor que los trabajos de John Gray, el filósofo conservador británico, que critica sin reparos el papel de los neoliberales, su énfasis en el individualismo y el crecimiento a cualquier coste, social o ecológico. Les achaca ser los principales responsables de la pérdida de cohesión social, económica y política en nuestras sociedades, y sus consecuencias en la forma de vida desequilibrada que tenemos, tanto en los países que están mal como en los que se encuentran aparentemente mejor. Esta política neoliberal, en palabras de Gray, "demolió la base social y económica en que se asentaban los conservadores británicos… destruyendo los principios morales del funcionariado, e instituciones como el servicio nacional de salud, remodelándolas a través de líneas que idealizaban los contratos y la gestión". Estas frases de Gray, escritas en 1995, podrían ser hoy el eje sobre el que girara la discusión entre lo público y lo privado en nuestras autonomías.

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