Cuando hace un mes, o algo menos, decíamos que el calor, la calor, había venido para quedarse, qué lejos estábamos de pensar que nanai de la China y que íbamos a ver cómo en la playa bajan algunos en chándal. Estamos ante el verano más atípico que recordamos y lo decimos sin nada de tristeza, que tiempo habrá para acordarnos de este verano norteño que estamos disfrutando. Tan así son las cosas que como lleguemos de esta guisa al ferragosto, canícula en román paladino, la anual incursión por la cornisa cantábrica quedará suspendida. ¿Para qué ir a Asturias si esa España de temperatura confort se nos ha servido en bandeja sin salir de la Gavidia? Con los mercurios tan agradablemente a media asta se reafirma uno en la idea de que como en casa, en ninguna parte. Con gente en chándal por Regla o la Antilla, como para pensar en aventuras cantábricas...