calle rioja

francisco Correal

Empate a cero goles centígrados

Derbi en la Antártida. Los militares de la base española, con cuatro refuerzos argentinos, celebraron los Reyes jugando un partido con camisetas del Betis y el Sevilla a 15 bajo cero

LOS argentinos pusieron el campo y el árbitro. Los españoles, los roscones de Reyes y las equipaciones del Betis y del Sevilla, un regalo de Reyes muy especial con el que se disputó el primer derbi Antártico Sevilla-Betis disputado el domingo 6 de enero en la Isla Decepción a las seis hora españolas, las 14 horas en la Antártida.

Para anunciar el partido, los militares participantes en la vigésimo sexta campaña Antártida del Ejército de Tierra usaron un cartel del encuentro disputado en esos mismos parajes el 16 de febrero de 1915 por la dotación de Shackleton. Desde entonces, más que llover, ha nevado mucho y no sólo eso: la isla está sobre un volcán que entró en erupción los años 1967, 1969 y 1970. En el penúltimo de esos fogonazos, destruyó dos bases chilena e inglesa.

El partido se jugó en circunstancias climatológicas muy adversas: un viento de ochenta kilómetros por hora y una temperatura media de quince grados bajo cero. El único calor lo registró el marcador: empate a cero goles centígrados, con un tiempo para cada equipo y una clara ocasión de marcar del portero del Sevilla, emulando a Palop cuando marcó en el gélido campo del Shaktar Donestz.

Los roscones fueron hechos en la propia base Gabriel de Castilla por los dos cocineros de la misión española, ambos del equipo bético, Jesús (García) Navas, que utilizó el segundo apellido para darle morbo al duelo, manchego de Herencia, y Gregorio Ortín, sevillano nacido en Hattingen, hijo de andaluces que emigraron a Alemania. El partido acabó antes de lo previsto cuando uno de los jugadores embarcó un balón a un lago congelado. Nada más propio de quienes llegaron a esta isla en el buque Hespérides al que subieron en Punta Arenas y con el que atravesaron el mar de Drake.

Cada equipo contó con dos refuerzos argentinos. Lo que antaño llamaban oriundos. Mónica Cardozo y Esteban Ayuza, en el combinado sevillista, que completaban el comandante Eduardo Almagro en tareas de portero; en la defensa el subteniente Pradilla y el capitán Ramírez; en la media Álvaro Kromer, comandante jefe de la expedición, sevillano, hermano del Amor y nieto de un relojero alemán de Baden-Baden. En la delantera, con rango castrense de motores los sargentos Alejandro Sanz, segoviano, y Jesús Durán, extremeño.

El Betis, como en la época de Pumpido, salió con un portero argentino: el geólogo Gabriel Goyanes, que contaba en la delantera con su compatriota Gabriel Conti, teniente de navío. Además de los dos cocineros, el Betis de la Antártida contaba con un veterinario, el capitán Diego Lozano, y, por jugarse en zona volcánica, con los sismólogos Francisco Lorenzo y Enrique Carmona. Aunque su gran apuesta era ofensiva, la sargento Ana García Guerra como delantero centro. Marta Presa, psiquiatra, se quedó en el banquillo mientras esos locos se desfogaban en un entorno glaciar.

El partido de Decepción no decepcionó a nadie. En un paraje donde habitan la foca leopardo, el elefante marino, la ballena jorobada y cuatro especies de pingüinos.

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