La tribuna

Bernardo Bueno

Energía nuclear, nunca más

Aveces, quien más pregona el antisectarismo, más fraccionario se comporta, suele ocurrir en la vida diaria, pero también en la ciencia. Es lo que ocurre con la energía nuclear: los más acérrimos partidarios suelen tachar de ignaros, progres trasnochados y algunas cosas más a aquellos que estamos en contra de ella.

Es probable que yo sea uno de esos ignorantes enardecidos que aconsejan a Jesús Caldera que sigamos manteniendo en el PSOE la misma postura que hasta ahora en materia nuclear.

Como resulta que he tenido la oportunidad de adquirir conocimiento e información en la Facultad de Fisicas de la Universidad de Sevilla, a cargo de profesores como Rafael Márquez, Manuel Zamora o Antón Civit, creo haber aprendido de ellos buenas cosas como para tener una opinión fundada de algo tan importante como es la ciencia para nuestras vidas.

Es legítimo, opinable y, por tanto, también criticable que personas con formación cientifíca de primer orden argumenten y defiendan la energía nuclear como algo que tiene mucho futuro.

Yo, sin embargo, creo todo lo contrario, aunque no por ello voy a deslegitimar a nadie. Creo que tengo razones fundadas para oponerme a ello y discutirlas con quien haga falta, porque si se trata de que es más barata, que puede serlo en el caso de una central ya amortizada como la de Garoña, ocurre sin embargo que es mucho mas peligrosa.

La energía nuclear se deriva de los grandes desarrollos científicos del siglo XX que se suman al legado antropogénico, humano y social que heredarán las generaciones futuras. Estoy seguro de que la energía nuclear está abierta a un proceso continuo de mejora de su seguridad y rendimiento merced a los avances en la información, la tecnología y la formación efectiva del personal.

Sin embargo, para lograr los objetivos sociales del desarrollo sostenible hay que resolver primero las cuestiones que preocupan al público, como son su seguridad y la peligrosidad de sus desechos. Los gobiernos tienen la obligación de poner encima de la mesa para su conocimiento y discusión el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y los residuos radiactivos y, al igual que se está acudiendo a la solidaridad intergeneracional para elevar la edad de jubilación, hemos de discutir las consecuencias para las generaciones futuras de esas decisiones que tomamos ahora en materia de energia.

Tengamos en cuenta que la energía nuclear ni es renovable, ya que necesita un peligroso y finito combustible como es el uranio enriquecido, ni es limpia, pues produce peligrosos residuos radiactivos que soportarán durante miles de años las generaciones venideras.

En un año, una central nuclear de 1.000 megawatios genera 25 toneladas de material irradiado, entre ellas 200 kgs. de plutonio, un material de enorme toxicidad, ya que un solo gramo de este elemento es capaz de causar cáncer a un millón de personas. Este isótopo emite radiactividad durante cerca de 250.000 años, lo cual supone 40 veces más tiempo que la historia conocida de la Humanidad. Estos enormes periodos de actividad nos obligan a pensar en otras escalas de tiempo y en las muchísimas generaciones, futuras, que tendrán que sufrir el legado irresponsable de los residuos radiactivos.

No debemos minusvalorar tampoco el hecho de la proliferación de armamento nuclear, ya que uno de sus desechos es el plutonio-239, un isótopo radiactivo creado por el hombre para la fabricación de bombas atómicas.

La actividad de la industria nuclear ha alimentado y facilitado la proliferación entre países de armas nucleares, suministrando uranio o plutonio fisionables recuperados en las plantas de reprocesamiento a los ejércitos de diversos estados.

Hoy en día tenemos graves riesgos de esa proliferación, dado que países como Irán, Venezuela, Cuba y Brasil quieren subirse al carro de la fabricación de armamento nuclear.

Hace dos años, el entonces director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, admitió que existe una "preocupación creciente" en el mundo ante la posibilidad de que grupos terroristas utilicen armamento nuclear y reconoció que en España se "toma muy en serio" esta amenaza. Según indicó, esta idea se desprende "tanto de información como de intuición".

Aun así hay científicos que consideran la energía nuclear de fisión como la energía que puede satisfacer las necesidades energéticas a largo plazo de la humanidad. Algún político la ha considerado imparable; a mí, en cambio, me parece que la Moratoria Nuclear que se decidió en España en 1984 fue una idea acertada que no hay que cambiar.

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