CON el General Invierno como único dato amenazador, el bombo suizo se portó con el Sevilla tan favorablemente como lo hizo el monegasco a finales de agosto. Olimpiacos y CSKA moscovita eran los preferidos en Nervión y demás zona de influencia, por lo que al emparejamiento con los rusos no se le puede poner objeción alguna. Por supuesto que Jiménez está en su derecho de, a partir de ayer mismo, agrandar la importancia del rival que le ha tocado en suerte y nunca mejor dicho lo de suerte, ya que lo que se quedó para otros se las traía, con esa eliminatoria Inter-Chelsea como plato fortísimo de esta ronda.

Por muy poco se le ha privado a esta eliminatoria con los moscovitas de un morbo añadido como hubiese sido la presencia de Juande Ramos en el banquillo rival. Indudablemente eso le hubiese dado un plus de interés, sobre todo para la vuelta a mediados de marzo en Pizjuán. El CSKA es un equipo con abundancia de jóvenes y con un conocido, el ex bético Mark González, lo que no debe ser un motivo de preocupación, pues dicho nómada zurdo se lesiona igual en Moscú que en Sevilla, en Liverpool que en Albacete o San Sebastián. Según las lenguas de doble filo, el CSKA es el segundo equipo de Abramovich, algo ilegal que no se puede demostrar, ergo...

La dificultad mayor puede radicar en lo que el General Invierno sea capaz de incidir en una fecha en que Moscú está cubierto por una gruesa capa de nieve, pero el Sevilla ha demostrado que sabe capear los temporales. Por contra y aparte de la amabilidad del sorteo para los españoles, lo mejor está en el destrozo que estos octavos de final va a propiciar entre los supervivientes con varios choques de trenes espectaculares para que Madrid, Barça y Sevilla vean el camino algo más libre de obstáculos. De todas formas no estamos hablando del Trofeo de la Galleta sino de Champions y a esas alturas de la competición quedarán pocas peritas en dulce... o ninguna.