GEOGRAFIA física y económica de la ciudad de los escaparates. Adolfo Domínguez, para la Navidad, vende en grande la cifra 40%. De descuento, claro. Mango ofrece un 40% de rebaja en toda su colección de otoño-invierno. Roberto Verino promociona el 30%, igual que Benetton. En la ropa de Pedro del Hierro para Cortefiel hay descuentos hasta del 50%. En Springfield y en Woman Secret son del 30%. Vanity Fair tiene su lencería al 30% menos. Pilar Burgos se apunta al 40% para sus zapatos. Hasta Yves Rocher se ha estirado hasta el 50% de menos en su temporada alta de regalos. Dentro de esa banda, entre el 30 % y el 50%, se postulan infinidad de marcas comerciales. Estos recortes no son ni decreto de Zapatero ni presupuesto de Rajoy ni mandato de Merkel ni un milagro de Papá Noel. Números y más números, todos cotizando a la baja en la Bolsa (reciclable) de Tetuán Street. Bienvenidos a las rebajas continuas. Ilusionismo del que vende así porque no le queda más remedio, ilusión del que compra en este desbarajuste económico que ha propiciado la desorientación de cualquier brújula. Los conceptos de caro y barato están tan alterados como los de valor y precio.

El mercado de las grandes y pequeñas tiendas se adapta a una clientela siempre dispuesta a ir de compras, y más aún en diciembre, pero que ahora le tiene mucho más cariño al escaso dinero del que dispone. A los billetes de 50 euros se les saca de paseo, cuando salen bien planchados del cajero automático, y se les abriga en la cartera para que no pasen frío y se les hagan los honores en el domicilio de su afortunado propietario, donde, después de cantarle el Vuelve, a casa vuelve, descubrirá el miedo que tiene a perderlos de vista.

Si usted no tiene prisa en restarle ceros a su tarjeta de crédito, aguarde al discurso de investidura de Rajoy, el próximo día 19. A muchos se les van a derretir los precios en cuanto la ciudadanía haga cuentas sobre el inminente deterioro de su capacidad de consumo.