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Como en botica

José Rodríguez de la Borbolla

España-Cataluña: sesión continua

En su biografía de Cambó (Francesc Cambó. Materials per a una historia.), Josep Pla narra la trayectoria del núcleo ideológico –Verdaguer i Callís, Prat de la Riba, Duran i Ventosa- del primer catalanismo político. Como hecho “realmente extraordinario”, califica esa trayectoria. Y lo explica: “Los directores del movimiento se encontraron, en ese período, frente al estado de espíritu producido en la opinión por la cuestión colonial acabada en los desastres de Cuba y Filipinas. El Estado se encontraba en quiebra. Todo lo que representa el Estado, de espiritual y de material, de moral y de físico, se había hundido. La política tradicional y los hombres que la representaban cayeron en el más profundo descrédito.(…). El ciudadano se encontró, pues, con que tenía la cabeza completamente vacía de puntos de agarre mentales y el corazón liberado de entusiasmos. Una opinión pública vacía hasta ese punto no podía subsistir mucho tiempo”. Y concluye: “Este grupo fue, precisamente, el que, a través de una acción habilísima, amuebló la cabeza y el corazón vacíos de la opinión pública con una fuerza nueva, la que sustituyó  los ideales perdidos y los conformismos abandonados por el espíritu de la catalanidad”. ¿Les recuerda algo, hoy?

 

“Una acción habilísima de sustitución política”. Ahí están, según Josep Pla, los orígenes del catalanismo político. Una acción pertinaz y cuidada de enmascaramiento de cualquier otra realidad que no sea la de una identidad nacional presuntamente vejada y preterida, acción reforzada en estos momentos de profundísima crisis de España a todos los niveles. Ahí están las bases de la presente explosión de la cuestión catalana. Sesión continua.

 

Cataluña, sesión continua. Lo cual no significa que haya que menospreciar ni quitarle importancia al fenómeno. Si la historia se repite, seguramente, será porque existen bases reales para que se repita. Si no se quiere que la historia se siga repitiendo, seguramente, habrá que pensar en situar la realidad sobre nuevas bases compartidas. Ahí está la tarea, hoy, y ahí seguirá estando la tarea, seguramente, después del inminente 9 de noviembre próximo. Porque después del 9 de noviembre no se va a acabar la Historia. Nunca llega “el Fin de la Historia”, al que se refirió Fukuyama. La Historia sigue, la Historia continúa, la Historia siempre toma aire…No dejemos que nos marquen los aires de la Historia de España.

 

“Esto también pasará, como decía mi abuela”, le señalaba el botones, en el pasillo del hotel, a una Julia Roberts desesperada y llorosa, en “La boda de mi mejor amigo”. Pues bien, cuando haya pasado, no valdrá quedarse quieto y hacer recuento de muertos y heridos. Habrá que hablar y habrá que mover fichas, para llegar a acuerdos de convivencia, de persistencia de vida en común y de conllevancia entre todos los españoles. Poquito a poco, sí, pero hablando mucho entre todos. Con los límites últimos del juego institucional y financiero bien claritos, pero hablando entre todos.

 

La democracia no es únicamente un plebiscito, ni consiste en amenazar con irse, ni sus reglas se fijan de una vez y para siempre. Es mucho más dinámica, y más entretenida, y más trabajosa que eso. Democracia es hablar muchas veces con mucha gente. Para seguir entendiéndose con la gente. Para vivir juntos.

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